LA VERDAD DEL EVANGELIO

  LOS VERDADEROS SANTOS

Por Charles G. Finney

 

"¿Quién está de parte de Jehová?" --Éxodo 32:26.

La gente trata de servir a Dios por muchas razones. Algunos sirven por amor verdadero y algunos por otros motivos. Todos profesan ser siervos de Dios, pero en vez de ser siervos de Dios, están tratando de hacer a Dios su siervo. Su meta y objetivo dominantes es asegurar su propia salvación o alguna otra ventaja para ellos a través del favor de Dios. Quieren hacer a Dios su amigo para que lo puedan usar para servir sus propias necesidades.

Una clase de cristianos profesantes, sin embargo, son verdaderos amigos de Dios y el hombre. Si observan el diseño verdadero y la meta de su fe, verán que son sinceramente benevolentes. El que eso sea su carácter es obvio por su cuidado de evitar el pecado. Lo odian en ellos y lo odian en otros. No lo justificarán en ellos mismos y no lo justificarán en otros. Los verdaderos cristianos no tratarán de cubrir o excusar sus propios pecados, ni tratarán de cubrir o excusar los pecados de otros. En suma, apuntan a la santidad perfecta.

Esta conducta hace evidente que sean verdaderos amigos de Dios. No quiero decir que todo amigo verdadero de Dios es perfecto no más que decir que cada hijo verdaderamente afectuoso y obediente es perfecto o nunca le falla a su papá, sino si es un hijo obediente y afectuoso, su meta es siempre obedecer. Si falla en algo, por ningún motivo lo justifica, ni aboga por él o lo cubre, pero tan pronto como llega a pensar sobre el asunto, no está satisfecho consigo mismo y se arrepiente.

POR EL AMOR DE DIOS

Los verdaderos amigos de Dios y el hombre siempre están listos para humillarse, culparse y condenarse por lo que está mal, pero nunca los verán buscando una falla con Dios. Nunca los oirán excusándose y culpando a su Hacedor al hablar de su inhabilidad de obedecer a Dios. Siempre hablan como si sintieran lo que Dios ha requerido que es correcto y razonable con ellos mismos para culparse por su desobediencia. Dios no requiere imposibilidades de sus criaturas.

Los cristianos manifiestan un aborrecimiento profundo de los pecados de otra gente. No cubren los pecados de otros o abogan por ellos y los excusan. Nunca los oirán disculpándose por el pecado. Como se indignan por el pecado en ellos mismos, lo mismo es cuando lo ven en otros. Saben de su horrible naturaleza y siempre lo aborrecen.

Los amigos de Dios manifiestan un espíritu de celo por el honor y la gloria de Dios. Muestran el mismo ardor para promover el honor e interés de Dios que el verdadero patriota promueve el honor e interés de su país. Si ama grandemente a su país, su gobierno e interés, dispone en su corazón promoverlo. Nunca está tan contento como cuando está haciendo algo por su país.

Un hijo que verdaderamente ama a su padre nunca está tan contento como cuando está promoviendo el honor e interés de su padre. Nunca siente más dolor indigno como cuando ve a su padre abusado o lastimado. Si ve que su padre es desobedecido o abusado por aquellos que deben obedecerle, amarle y honrarle, su corazón se rompe.

Multitudes de cristianos profesantes son celosos de defender su propio carácter y honor, pero los verdaderos cristianos se sienten más comprometidos, y sus corazones laten más, cuando defienden y promueven el honor de Dios. Esos son los verdaderos amigos de Dios y el hombre.

Simpatizan con Dios en sus sentimientos hacia el hombre y tienen el mismo amor por las almas que Dios siente. No quiero decir que sientan en el mismo grado, sino que tienen el mismo tipo de sentimientos. Hay tal cosa como amar las almas de los hombres pero detestar su conducta. Ustedes siempre naturalmente sienten simpatía por una persona en angustia a menos que tengan alguna razón egoísta para sentirse malévolos. Si ven que se cuelga a un asesino, sentirían compasión por él. Incluso los malos tienen esa simpatía natural por aquellos que sufren.

El verdadero hijo de Dios siente y manifiesta otro tipo de simpatía peculiar hacia los pecadores--una mezcla de sentimientos de aborrecimiento, compasión e indignación contra los pecados, y lástima por la persona.

Existen dos tipos de amor. Uno es el amor de la benevolencia. Éste no tiene respeto al carácter de la persona amada, sino meramente ve al individuo como expuesto al sufrimiento y miseria. Dios siente esa forma hacia todos los hombres. El otro tipo, el amor de la complacencia, incluye estima o aprobación de carácter. Dios siente esa forma sólo hacia el justo. Nunca siente ese amor hacia los pecadores. Infinitamente los aborrece. No tiene compasión y aborrecimiento al mismo tiempo.

Los cristianos tienen los mismos sentimientos, pero no al mismo nivel. Probablemente nunca les parece bien a menos que tengan ellos ambos esos sentimientos al mismo tiempo. El cristiano no siente como Dios siente hacia individuos a menos que ambos sentimientos existan en su mente al mismo tiempo. Ven eso por la característica impresionante: el cristiano reprenderá muy enfática y frecuentemente a aquellos que él siente la compasión más profunda. ¿Han visto eso? ¿Han visto a un padre anhelando con compasión por su hijo y reprendiéndolo con lágrimas, pero con una severidad que harían al pequeño ofensor sacudirse por la reprimenda?

Con frecuencia Jesús fuertemente manifestaba estas dos emociones. Lloraba por Jerusalén, pero daba la razón de una manera que muestra la indignación ardiente contra su conducta: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!" (Mateo 23:37). Qué opinión tenía de su maldad mientras lloraba con compasión por el destino que les deparaba. Igualmente, las apelaciones más tiernas de un cristiano se acompañan con una fuerte reprensión por el pecado.

LA RECONCILIACIÓN: UN MANDAMIENTO DE REALEZA

El verdadero amigo de Dios y el hombre nunca está de parte del pecador porque nunca actúa mediante pura compasión. Al mismo tiempo, nunca se le ve denunciando al pecador sin manifestar compasión por su alma y un fuerte deseo de salvarlo de la muerte.

Su objetivo principal es promover el cristianismo y llevar a todos a glorificar a Dios. Hace eso naturalmente si es verdadero amigo de Dios. Un amigo de verdad del gobierno quiere que todos obedezcan al gobierno. Un hijo afectuoso quiere que todos amen y respeten a su padre. Si alguien está en desacuerdo, su objetivo y esfuerzo contantes es llevarlo a la reconciliación. Un verdadero amigo de Dios lo hace su objetivo principal de vida para reconciliar a los pecadores con Dios.

Si un rasgo distintivo del carácter de ustedes no es el absorber el pensamiento y esfuerzo para reconciliar a los hombres con Dios, no tienen la raíz del asunto en ustedes. Cual sea la apariencia de la religión que puedan tener, les falta la característica fundamental e importante de la verdadera piedad--el carácter y las ambiciones de Jesús y sus discípulos. Véanlos cómo este rasgo sobresale en ayuda fuerte y eterna, como la característica principal, el diseño prominente y el objetivo de sus vidas.

¿Cuál es el objetivo conductor de sus vidas? ¿Es llevar a todos los enemigos de Dios que se rindan ante él? Si no, fuera las pretensiones. Cual sea lo que tengan, no tienen el verdadero amor de Dios en ustedes.

Los verdaderos cristianos siempre quieren evitar todo lo calculado para prevenir u obstaculizar la salvación de las almas. Nunca preguntan: "¿Esto Dios lo prohíbe?" La primera pregunta que naturalmente sugiere en sus mentes es, ¿cómo afectará al Reino? ¿Prevendrá la conversión de pecadores u obstaculizará el progreso de los avivamientos? Si así es, no necesitan del trueno del Sinaí que retumbe en sus oídos para prohibirlo. Si ven lo contrario al espíritu de santidad y su objetivo primordial, eso es suficiente.

Tómese por ejemplo el juego de azahar. Los cristianos no dicen: "En ningún lado el juego de azahar se prohíbe en la Biblia, y no siento dejarlo". Ellos ven que obstruye el gran objetivo por el que viven, y eso es suficiente para ellos.

Los amigos de Dios evitan cualquier cosa que obstruya el avivamiento. Así como un comerciante evita cualquier cosa que tenga una tendencia para dificultar su crédito y obstruir su meta de hacer dinero. Supongan a un comerciante que esté a punto de hacer algo que sepan que afectará su crédito, van a verlo por amistad y le aconsejan que no lo haga. ¿Acaso se voltearía y les diría: "muéstrenme el pasaje donde Dios prohíba eso en Biblia"? No. No les preguntaría que les mostraran nada.

Una persona que fuertemente desea la conversión de pecadores no necesita una prohibición expresa para prevenir el hacer algo que lo obstaculizaría. Ningún riesgo surge en hacer cualquier cosa que derrote el propósito de su vida

Los cristianos se afligen a menos que vean que continúa la obra de convertir a los pecadores. Le llaman un estado lamentable en la Iglesia si los pecadores no se convierten sin importar cuán rica la congregación se hace o cuán popular su ministro sea, sus corazones palpitantes están inquietos a menos que vean la obra de la conversión sucede de hecho. Ven que sin el evangelismo todo es en vano.

EL ESPÍRITU DE ORACIÓN

Los hijos de Dios con frecuencia molestan a aquellos que son religiosos por otros motivos y éstos quieren que ellos se queden callados y que todo ocurra de "buena manera". A esos cristianos a menudo se les llama "espíritus incómodos en la iglesia". Si una iglesia tiene esos espíritus, el ministro estará incómodo a menos que su predicación sea para la conversión de los pecadores. A veces oyen de esos hombres que reprueban a la Iglesia por vivir tan fría y mundanamente. Sus corazones se duelen y sus almas están en agonía porque los pecadores se van a ir al infierno.

Si conocen ustedes los hábitos de oración de la gente, les mostrará cómo se sienten verdaderamente. Si un hombre es motivado principalmente por un deseo de salvarse a sí mismo, lo oirán orar mayormente por él mismo--que puedan sus pecados ser perdonados y disfrutar del Espíritu de Dios.

Si de veras es amigo de Dios y el hombre, verán que la carga de sus oraciones es para la gloria de Dios en la salvación de los pecadores. Nunca es tan entusiasta y poderoso en oración como cuando se centra en su tema favorito--la conversión de los pecadores. Vayan a una reunión de oración donde esos cristianos oran. En vez de orar por ellos mismos, los oirán derramar sus almas por los pecadores.

Pueden saber cómo es su vida de oración si sienten y oran por ustedes mismos o los pecadores. Si no saben nada del espíritu de oración por los pecadores, no son el verdadero amigo de Dios y el hombre. ¡Los pecadores se van a ir al infierno! No me digan que los hombres son verdaderamente santos cuando sus oraciones son monótonas. Esto es tanto como un asunto de forma como cuando el sacerdote cuenta su sarta de cuentas. Tal persona se engaña a sí misma si habla acerca de ser un verdadero amigo de Dios y el hombre.

Cuando algo es presentado a los cristianos de verdad que promete éxito en la conversión de pecadores, no quieren esperar por una orden para hacerla. Sólo quieren la evidencia, y se ocuparán de eso con toda su alma. La pregunta no es "¿qué se me pide hacer?", sino "¿de qué manera puedo yo hacer más para la salvación de las almas y la conversión del mundo para Dios?"

Otra característica de tales cristianos es una disposición para negarse a sí mismos a fin de hacer el bien a otros. Dios ha establecido a través del universo el principio de dar. Incluso en el mundo natural, ríos, océanos, y nubes, todos dan. Esto es bastante cierto por todo el reino de la naturaleza y gracia.

Ése es el espíritu de Cristo. Él no buscó agradarse a sí mismo, sino hacer el bien a otros. Los hijos de Dios siempre están listos para negarse a sí mismos de gozo, comodidades, e incluso necesidades, si pueden hacer mucho más bien a otros.

Continuamente buscan nuevos medios y medidas de hacer el bien. Eso es lo que se esperaría de su deseo continuo de hacer el bien. No son como la gente que está satisfecha con hacer lo que llaman su deber. Donde un individuo está apuntando principalmente a su propia salvación, puede pensar que, si cumple con su deber, está exento de responsabilidad, y queda satisfecho. Cree que ha escapado de la ira divina y ganado el cielo por hacer lo que Dios le requirió hacer; no puede evitar si los pecadores se salvan o se pierden.

Pero el objetivo primordial de un cristiano no es ganar el cielo y evitar la ira--es salvar almas y honrar a Dios. Si este objetivo no se logra, sufre.

MORIR POR SALVAR ALMAS

Los amigos de Dios siempre están dolidos cuando ven una iglesia adormecida y que no hace nada por la salvación de los pecadores. Saben que es imposible hacer algo considerable por la salvación de los pecadores mientras la Iglesia esté adormecida. Aquellos que tienen otros objetivos a la vista pueden pensar que todo va muy bien. No están dolidos cuando ven a los profesantes del pueblo de Dios yendo en pos de tontería y espectáculo.

Los cristianos se duelen si creen que su ministro pone en riesgo o no reprueba la iglesia exacta y enfáticamente por sus pecados. Los convertidos falsos están dispuestos a ser arrullados para dormirse y dejar que los ministros prediquen sermones suaves y adornados sin ningún sentido o poder, pero los hijos de Dios no están satisfechos a menos que él predique con poder, énfasis, y valentía, con longanimidad y doctrina. Sus almas no se alimentan, edifican o satisfacen con cualquier cosa que no se sostenga y se trabaje por el ministerio designado por Jesucristo.

Estarán ellos siempre con un ministro fiel que predica la verdad enfática y valientemente. Incluso si la verdad que predique les pega, les gusta y dicen: "Que el justo me castigue… será un excelente bálsamo" (Salmo 141:15). Cuando la verdad se derrama con poder, sus almas son alimentadas y se hacen fuertes en gracia.

Pueden orar por un ministro así y llorar por él, que pueda tener el Espíritu de Dios con él. Otros lo regañan y hablan sobre su extravagancia, pero los cristianos de verdad están con él e irían al patíbulo con él por el testimonio de Jesucristo.

Los cristianos se angustian especialmente cuando los ministros predican sermones no adaptados para convertir a pecadores, sino cuando un hombre tiene su corazón puesto en la conversión de pecadores, y oye un sermón no diseñado para eso, se siente como si faltara algo muy grande que constituye un sermón del evangelio. Si oyen un sermón diseñado para salvar almas, entonces son alimentados y sus almas se regocijan.

Aquí ven la base de la diferencia sorprendente que con frecuencia encuentran en el juicio que la gente da a la predicación. No hay mejor prueba de carácter que esa. Es fácil ver quién se llena del amor de Dios y de las almas por el juicio que emiten de la predicación. Los verdaderos amigos de Dios y el hombre se duelen cuando oyen un sermón que no está particularmente hecho para levantar a la iglesia a la acción.

Recuerdo a un hombre que oraba continuamente por la conversión de los individuos, los lugares y el mundo. En una ocasión, cuando estaba bastante exhausto de orar, exclamó: "¡Oh, mi corazón dolido y anhelante!" Aunque había sido útil más allá de cualquier hombre de su edad, vio mucho por hacer. Añoraba tanto ver a los pecadores salvados que su cuerpo mortal no podía sostenerlo. Dijo un día: "Veo que me muero por fuerzas de hacer más para salvar las almas de los hombres; ¡cuánto quiero la fortaleza para que pueda salvar almas!"

Si quieren mover a santos de verdad, tienen que hacer uso del motivo sacado de su objetivo grande y agobiante. Tomen la situación de los pecadores y muestren cuánto deshonran ellos a Dios, y verán que eso moverá sus almas y los prenderá más pronto que cualquier apelación de sus esperanzas y temores. Muéstrenles cuánto pueden convertir a pecadores, y sus corazones anhelantes latirán y lucharán con Dios en oración y aflicción por las almas.

Y ahora pregunten ante Dios, ¿tienen estas características de un hijo de Dios? ¿Saben que les pertenecen a ustedes? ¡Pueden decir: "Oh Señor, sabes que te amo y que éstos son los rasgos de mi carácter!"

 

 

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