LA VERDAD DEL EVANGELIO

LA RECONCILIACIÓN: UN PACTO DE GRACIA

  Por Charles G. Finney

 

"Porque sin arrepentimiento son las mercedes y la vocación de Dios." -- Romanos 11:29 (RVA)

 

El significado de este versículo no es que Dios llame y salve al pecador sin arrepentimiento, sino que Dios nunca cambia de parecer una vez que se compromete a la salvación del pecador.

Algunos creen que la enseñanza de que los creyentes están eternamente justificados es una doctrina peligrosa porque motiva al hombre a pecar. Si se le dice a un hombre que se ha arrepentido verdaderamente que Dios le dará la victoria sobre el pecado, ¿lo motivará a cometer pecado?

Si esa doctrina inspira al hombre a cometer pecado, sólo muestra que nunca se arrepintió. Nunca odió al pecado o amó a Dios por su propia causa; sólo fingió arrepentirse. Si amó a Dios, fue sólo un amor egoísta porque pensó que Dios iba a hacerle un favor. Si verdaderamente odiara el pecado, su corazón prorrumpiría en la tristeza que es según Dios cuando considera que, pese a toda su falta de merecimiento, Dios le ha recibido como un hijo.

¡Qué tan frecuente un hijo de Dios se ha derretido en adoración maravillosa ante la bondad de Dios que lo salvó en vez de enviarlo al infierno como se lo merecía! ¡Qué lo llevaría más bajo en el polvo que el pensamiento que, después de todo lo que Dios ha hecho por él, pudiera desviarse de nuevo cuando su nombre estaba escrito en el libro de la vida del Cordero!

LA VARA DE NUESTRO PADRE AMOROSO

Dios ha prometido que si cualquiera que pertenece a Dios se desviara, usaría la disciplina del pacto para traerlo de vuelta. En el Salmo 89, Dios, sustituyendo a David por Cristo, dice: "Si dejaren sus hijos mi ley, Y no anduvieren en mis juicios, Si profanaren mis estatutos, Y no guardaren mis mandamientos, Entonces castigaré con vara su rebelión, Y con azotes sus iniquidades.  Mas no quitaré de él mi misericordia, Ni falsearé mi verdad. No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido de mis labios" (Salmo 89:30-34).

Así, los cristianos pueden siempre esperar sin reparo ser más visitados que el impenitente con los juicios de Dios si se desvían. El pecador puede engrosarse y vivir en riquezas, todo de acuerdo con los principios establecidos del gobierno de Dios, pero déjese a un hijo de Dios abandonar a su Dios, y que vaya en pos de cualquier objetivo mundano y, tan cierto como es un hijo de Dios, Dios lo arremeterá con su vara. Cuando haya sido traído de vuelta, dirá como el salmista: "Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos… Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra" (Salmo 119. 71, 67).

Otro efecto del evangelio de justificación es asegurar la santidad. No sólo asegura todos los medios, sino el logro real de la obra. El individuo que es de verdad convertido se mantendrá seguramente en obediencia hasta que sea apto para el cielo y sea de hecho salvado.

La justificación es por la fe. La fe es el medio por el cual la bendición es expresada al creyente. La prueba de esto está en la Biblia: "sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado" (Gálatas 2:16).

El sujeto es con frecuencia tratado en el Nuevo Testamento pasando necesariamente por una prueba trabajosa. Es obvio que si los hombres son salvos, deben ser justificados en esa forma y no por obras de la ley, "ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado".

LA FE QUE JUSTIFICA

En ninguna parte la Biblia dice que los hombres son justificados o salvados por la fe, como la base de su indulto. Son justificados por fe como el medio o instrumento. La fe es confianza en Dios que nos lleva a amarle y obedecerle. Somos, por tanto, justificados por la fe porque somos santificados--apartados--por la fe. La fe es el instrumento de nuestra justificación porque es el instrumento natural de volverse santo. Nos lleva de vuelta a la obediencia y, por tanto, es designada como el medio de obtener las bendiciones de ese regreso. La fe no es imputada a nosotros por un acto arbitrario, sino es el fundamento de la obediencia real a Dios.

Es por eso que la fe es hecha el medio a través del cual viene el indulto. Primero, nos lleva a obedecer a Dios desde un principio de amor a él. Se nos perdona nuestros pecados por Cristo. Nuestro deber es arrepentirnos y obedecer a Dios, y cuando lo hacemos, esto es imputado en nosotros como lo que es--santidad u obediencia a Dios, pero para el perdón de nuestros pecados pasados, debemos depender de Cristo.

La fe que justifica no consiste en creer que nuestros pecados son perdonados. Si eso fuera necesario, tendrían que creerlo antes de que fuese hecho. Recuérdese, sus pecados son perdonados hasta que creen, pero si la fe que salva es creer que ya están perdonados, es creer una cosa antes que tome lugar, lo cual es absurdo. No pueden creer que sus pecados están perdonados antes de que tengan evidencia de que son perdonados, y no pueden tener evidencia que son perdonados hasta que sea cierto que ustedes son perdonados--y no pueden ser perdonados hasta que ejerzan la fe que salva. Por tanto, la fe que salva tiene que ser creer algo más.

Tampoco la fe que salva consiste en creer que serán salvos. Tienen derecho a creer que serán salvos hasta que hayan ejercido la fe que justifica o salva.

Pero la fe que justifica consiste en creer en la expiación de Cristo o creer el registro que Dios ha dado de su hijo. Se ha dudado de la corrección de esta definición, y confieso que mi propia mente ha pasado por un cambio sobre este punto.

Abraham le creyó a Dios y le fue contado por justicia, pero ¿qué creyó Abraham? Creyó que debía tener un hijo. ¿Eso era todo? De ninguna manera. Su fe incluyó la gran bendición que dependía de ese evento--que el Mesías, el Salvador del mundo, saldría de él. Esto fue un gran asunto del pacto abrahámico y dependía de tener su hijo.

Desde luego, la fe de Abraham incluía el "Deseado de todas las naciones"--esto fue fe en Cristo. Al apóstol Pablo se le mostró en detalle que la suma del pacto era "En ti serán benditas todas las naciones" (Gálatas 3:8). En el versículo 16, él dice: "Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo".

EL SACRIFICIO MÁS EXCELENTE

Algunas personas argumentan que el capítulo décimo primero de Hebreos no se habla de los santos como haber creído en Cristo, pero si examinan cuidadosamente, encontrarán que en todos los casos la fe en Cristo es incluida en lo que creyeron o está implícita por ella. Tómese el caso de Abel. "Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella" (Hebreos 11:4).

¿Por qué su sacrificio era más excelente? Porque reconoció la necesidad de la expiación y que "sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Hebreos 9:22). Caín era un orgulloso infiel y ofreció frutos de la tierra como una mera ofrenda de agradecimiento por la bendición de la Providencia. Sin cualquier reconocimiento de que era un pecador o que necesitaba una expiación; no tenía ninguna base sobre la cual pudiera esperar el indulto.

¿Puede un individuo ejercer la fe que justifica mientras niega la divinidad y expiación de Jesucristo? ¡No! Toda la suma y sustancia de la revelación, como rayos convergentes, se centra en Jesucristo y su divinidad y expiación. Todo lo que los profetas y otros escritores del Antiguo Testamento dicen sobre la salvación va a él. El Antiguo y Nuevo Testamentos--todos los tipos y sombras--apuntan a él. Todos los santos eran salvos por la fe en él. Su fe terminaba en la venida de Mesías, como hizo la fe de los santos del Nuevo Testamento en el Mesías.

En la primera epístola a los corintios, el apóstol Pablo muestra qué lugar se le asignaría a su doctrina: "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" (1 Corintios 15:3-4).

Tomen nota de esa expresión "primeramente". Prueba que Pablo predicó que Cristo murió por los pecadores como la doctrina "primera" o primaria del evangelio. Y ustedes encontrarán que de un extremo de la Biblia al otro la atención de los hombres era dirigida a esta forma nueva y de vida como el único camino para la salvación. Esta verdad es la única verdad que puede hacer santos a los hombres. Pueden creer miles de otras cosas, pero ésta es la gran fuente de santificación. "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Corintios 5:19). Esto solo puede ser la fe que justifica.

Puede haber muchos otros actos de fe que puedan estar bien y ser aceptables a Dios, pero nada es la fe que justifica excepto creer el registro que Dios ha dado de su hijo. Simplemente creer que Dios ha revelado sobre cualquier punto es un acto de fe, pero la fe que justifica se ata a Cristo, se agarra de su expiación, y lo abraza a él como la única base de indulto y salvación.

LA PAZ COMO UN RÍO

Tan pronto como creen en Cristo con la que obra por amor, serán justificados. No tienen que estar bajo la ira del Dios Todopoderoso. Ustedes pueden ser justificados aquí y ahora si sólo creen en Cristo. Su indulto está listo, hecho y sellado con el sello del cielo. El indulto misericordioso será dado tan pronto ustedes, por un acto de fe, reciban a Jesucristo como se ofrece en el evangelio.

Dios no lo ha revelado en las Escrituras que ustedes o algún otro individuo son justificados, pero ha puesto las características de una persona justificada y declaró que todo aquel que tenga esas características es justificado.

Todo aquel que está justificado tiene el testigo del Espíritu. Se relaciona con el Espíritu Santo. Él explica las escrituras a ellos y los dirige a ver su significado. Los lleva al Hijo y al Padre y revela al Hijo y al Padre en ellos. ¿Tienen eso ustedes? Si lo tienen, están justificados. Si no, están aún en pecado.

¿Tienen los frutos del Espíritu? Son amor, gozo, paz, etc. Éstos son asuntos de la conciencia humana y si los tienen, están justificados.

Jesús dijo a sus discípulos: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da" (Juan 14:27). Y de nuevo, "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28). ¿Encuentran descanso en Cristo? ¿Es la paz de ustedes como un río que fluye tranquilamente a través de su alma y los llena de calma y deleite celestial? O ¿sienten una sensación de condenación ante Dios?

¿Tienen un sentido de aceptación con Dios, de pecado indultado, y comunión? Esto debe ser un asunto de experiencia si existe. No se imaginen que pueden estar en un estado justificado sin evidencia de eso. Pueden tener paz llena su alma pero llegan a la conclusión que son justificados.

Recuerdo una vez cuando mi mente estaba tan en paz que me parecía como si toda la naturaleza estaba escuchando para que Dios hablara, pero no estaba consciente que esto era la paz de Dios o evidencia de estar yo justificado. Pensé que había perdido toda mi convicción y que de hecho trataba de traer el sentido de condenación que tenía antes. No llegaba a la conclusión que era justificado hasta que el amor de Dios fue derramado en mi alma por el Espíritu Santo y fui llevado a clamar "Señor, es suficiente, no lo soporto más". No creía posible que el sentido de condenación permaneciera donde el acto del indulto ya había pasado.

Si están justificados, también son adoptados como uno de los hijos queridos de Dios, y ha enviado a su Espíritu al corazón de ustedes. Naturalmente claman, "¡Abba Padre!" (Romanos 8:15). Les parece a ustedes como un padre y quieren llamarlo Padre. ¿Saben eso? Una cosa es llamar a Dios su Padre en el cielo y otra sentir hacia él como un Padre.

VIENDO DENTRO DE USTEDES MISMOS

¿Honestamente creen que son justificados? ¿Se atreverían a morir ahora? Supongan que los estruendos de la última trompeta conmovieran el universo y vieran a Hijo de Dios venir para juicio--¿estarían listos? Podrían mirar hacia arriba y decir tranquilamente, "Esto es una vista solemne pero Cristo ha muerto, y Dio me ha justificado, ¿quién me condenará?"

¿Están bajo la disciplina del pacto? Si no, ¿tienen alguna razón para creer que fueron justificados? El pacto de Dios con ustedes, si pertenecen a Cristo, es éste: "Si se descarrían, visitaré su iniquidad con vara y los castigaré con azotes". ¿Sienten los azotes? ¿Está Dios despertando su mente y acusando su conciencia? Si no, ¿dónde está la evidencia que Dios está tratando con ustedes como a un hijo?

Ustedes que tienen evidencia de que son justificados deben mantener su relación con Dios y vivir por los privilegios reales de ustedes. Esto es inmensamente importante. No hay virtud en ser desconfiado y no creer. Es importante que crecer en gracia. Una razón que muchos cristianos no crecen en gracia es que tienen miedo de reclamar los privilegios de los hijos de Dios que les pertenecen.

Si tienen evidencia que son justificados, avancen a la santidad de corazón y vayan a Dios con todo el atrevimiento que un ángel tendría--sepan cuán cerca están de él. Éste es su deber. ¿Por qué deben detenerse? ¿Por qué tienen miedo de reconocer el pacto de gracia en su extensión plena? La provisión de la casa del Padre de ustedes está lista y libre. Están convertidos, justificados y restaurados a su favor, pero ¿tienen miedo de sentarse a la mesa de su Padre? No declaren que no son dignos. Esto no es más que santurronería e incredulidad.

Son indignos, pero si son justificados, eso ya no es más una barrera. El deber de ustedes es agarrarse de las promesas que les pertenecen. Tomen cualquier promesa aplicable en la Biblia de su Padre y supliquen por ella delante de él creyendo. ¿Creen que la negará? Estas promesas preciosas y grandiosas fueron dadas para este propósito--que ustedes sean partícipes de la naturaleza divina. ¿Por qué deben dudar? ¡Vayan a los privilegios que les pertenecen y agárrense del amor, paz y gozo ofrecidos a ustedes en este santo evangelio!

Si no están en un estado de justificación, no obstante cuánto hayan orado y sufrido, no son nada. No han creído en Cristo, si no han recibido y confiando en él como está puesto en el evangelio, ustedes aún están en un estado de condenación e ira. Por semanas, meses, incluso años, pueden haber estado gimiendo en angustia, pero por todo eso están todavía en hiel de amargura. Aquí ven la línea trazada: el momento que la crucen, estarán en un estado de justificación.

¿Están en un estado de ira? Crean en Cristo. Toda la espera y lamento de ustedes no los llevará más cerca. ¿Quieren más condenación? ¿Dicen que deben esperar más hasta que oren más? ¿Qué de bueno hay de orar en incredulidad? ¿Acaso las oraciones de un rebelde condenado sirven? ¿Dicen que no son dignos? Cristo murió por la gente como ustedes. Él va a ustedes ahora mismo.

Ahora es el día de salvación. Oigan la Palabra de Dios: "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo" (Romanos 10.9).

Crean lo que Dios dice de su Hijo; crean aquellas verdades grandiosas y fundamentales que Dios ha revelado sobre la salvación. Que descanse su alma en ella y serán salvos. ¿Confiarán en Jesucristo para disponer de ustedes? ¿Tienen la confianza suficiente en Cristo para dejarse ustedes mismos con él por el tiempo y la eternidad?

Quizá estén tratando de orar ustedes para sacar sus dificultades antes de ir a Cristo. No hará bien. Arrójense a los pies de él y dejen su alma en las manos de él. ¿Lo harán?

 

 

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