LA VERDAD DEL EVANGELIO

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA

por Charles G. Finney

 

 Capítulo 22

La Extensión de la Expiación

 

VI. Para beneficio de quién se pensó la expiación

1. Dios hace todas las cosas para él mismo; esto es, consulta su propia gloria y felicidad, como la razón suprema y más influyente para toda su conducta. Esto es sabio y correcto en él porque su propia gloria y felicidad son infinitamente el bienestar más grande para el universo. Hizo la expiación para satisfacerse él mismo. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Jn. 3:16). Dios mismo, entonces, fue grandemente beneficiado por la expiación: en otras palabras, su felicidad en una gran medida ha resultado de su contemplación, ejecución y resultados.

2. Él hizo la expiación para beneficio del universo. Todos los seres santos son, y deben ser, beneficiados por ella, por su misma naturaleza, ya que les da un conocimiento más elevado de Dios del que tenían antes o del que hubieran podido obtener de alguna otra manera. La expiación es la obra más grande que él hubiera podido realizar por ellos, lo más bendito y excelente y benevolente que él hubiera podido hacer por ellos. Por esta razón, a los ángeles se les describe como quienes desean examinar la expiación. A los habitantes del cielo se les presenta como quienes están profundamente interesados en la obra de la expiación, y aquellas manifestaciones del carácter de Dios que están hechas en ella. La expiación es entonces sin duda una de las más grandes bendiciones que Dios ha conferido en el universo de seres santos.

3. La expiación fue hecha por el beneficio particularmente de los habitantes de este mundo, puesto que es la revelación más asombrosa de Dios al hombre. Su naturaleza está adaptada para beneficiar a toda la humanidad. Toda la humanidad puede ser perdonada si es correctamente afectada y llevada al arrepentimiento por ella, como también cualquier parte de la humanidad.

4. Todos ciertamente reciben muchas bendiciones a causa de ella. Es probable que, sino por la expiación, nadie de nuestra raza, excepto la primera pareja humana, hubiera tenido una existencia.

5. Todas las bendiciones que goza la humanidad son concedidas en ellas a causa de la expiación de Cristo; es decir, Dios no podía consistentemente esperar en los pecadores y bendecir, y hacer todo lo que admite la naturaleza del caso, para salvarlos si no fuera por el hecho de la expiación.

6. Es evidente que fue para toda la humanidad por el hecho de que se ofrece a todos sin discriminación.

7. Los pecadores están universalmente condenados por no recibirla.

8. Si no se tuviéramos en mente la expiación para toda la humanidad, es imposible considerar a Dios como falto de sinceridad al hacerles el ofrecimiento de la salvación a través de la expiación.

9. Si la expiación fue hecha sólo para una parte, ningún hombre puede saber si tiene el derecho de aceptarla hasta que por revelación directa de Dios se le dé a conocer a él que pertenece a esa parte.

10. Si los ministros no creen que fue hecha para todos los hombres, no pueden de corazón y con honestidad exigir su aceptación en cada individuo, o congregación en el mundo, porque ellos no pueden asegurarle a cualquier individuo, o congregación, que hay expiación para él o ellos como la hay para Satanás.

Si esto se tuviera que contestar, que para los ángeles caídos no se ha hecho ninguna expiación, sino para algunos hombres ha sido hecha una expiación, para que pudiese ser verdad de cualquier individuo de que fue hecha para él, y de que si realmente creyese, de ese modo tendrá el hecho revelado de que fue en realidad hecha para él, respondo: ¿Qué es un pecador para creer, como una condición de salvación? ¿Acaso es meramente que una expiación fue hecha para alguien? ¿Es ésta fe salvadora? No debe abrazarla, y personalmente e individualmente entregarse él mismo a ella y a Cristo? --¿confiar en ella como hecha para él? ¿Pero cómo es que se le autoriza hacer esto con base en la suposición de que la expiación es hecha para algunos hombres solamente y quizá para él? ¿Acaso es fe salvadora creer que fue posiblemente hecha para él y al creer esta posibilidad obtendría por consiguiente la evidencia de que así fue, de hecha, para él? No, debe tener la palabra de Dios para ella, que fue hecha para él. No hay otra cosa más que puede garantizar el echar su alma sobre ella. ¿Cómo entonces es que va a creer o a confiar en la expiación hasta que tenga evidencia, no meramente de que hubiera podido ser sino que de hecho fue para él? La mera posibilidad que una expiación ha sido hecha para un individuo no es fundamento de fe salvadora. ¿Qué va a creer? ¿Por qué de aquello que tiene prueba? Pero la suposición es que tiene prueba sólo de que es posible de que la expiación fue hecha para él. Tiene entonces el derecho de creer que es posible que Cristo muriera por él. ¿Y es esto fe salvadora? No, no lo es. ¿Qué ventaja, entonces, tiene sobre Satanás en ese respecto? Satanás sabe que la expiación no fue hecha para él; el pecador con base en la suposición sabe que posiblemente pudo haber sido para él, pero igual que el otro, Satanás no tiene realmente bases para confiar. Puede esperar, pero no podría creer racionalmente.

Pero dejemos que la Biblia hable por sí misma sobre este asunto de la extensión de la expiación: "El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn. 1:29). "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Jn. 3:16-17). "Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo" (Jn. 4:42). "Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida" (Ro. 5:18). "Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Co. 5:14-15). "El cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo" (1 Ti. 2:6). "Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen" (1 Ti. 4:10). "Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" (1 Jn. 2:2).

El que la expiación sea suficiente para todos los hombres y, en ese sentido, general opuesto a particular, es también evidente por el hecho de que las invitaciones y las promesas del evangelio están dirigidas a todos los hombres, y a todos se le ofrece libremente la salvación a través de Cristo. "Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más" (Is. 45:22). "A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David" (Is. 55:1-3). "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mt. 9:28-30). "Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas" (Mt. 22:4). "Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado" (Lc. 14:17). "En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Jn. 7:37). "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Ap. 3:20). "Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente" (Ap. 22:17).

De nuevo infiero que la expiación fue, y es suficiente, para todos los hombres, por el hecho de que Dios no sólo invita a todos, sino les reconviene por no aceptar sus invitaciones. "La sabiduría clama en las calles, Alza su voz en las plazas; Clama en los principales lugares de reunión; En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones. ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, Y los burladores desearán el burlar, Y los insensatos aborrecerán la ciencia? Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras" (Pr. 1:20-23). "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana" (Is. 1:18). "Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir. Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar" (Is. 48:17-18). "Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?" (Ez. 33:11). "Oíd ahora lo que dice Jehová: Levántate, contiende contra los montes, y oigan los collados tu voz. Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel. Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí" (Mi. 6:1-3). "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! !!Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! (Mt. 23:37).

De nuevo: la misma inferencia está obligada en nosotros por el hecho de que Dios se queja de los pecadores por rechazar sus aperturas de misericordia: "Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese" (Pr. 1.24). "Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos" (Zac. 7:11-13). "El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron" (Mt. 22:2-6). "Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir" (Lc. 14:17-20). "y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Jn. 5:40). ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros!" (Hch. 7:51). "Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré" (Hch. 24:25).

 

VII. Ahora procederé a contestar objeciones

1. La objeción al hecho de la expiación. Se dice que la doctrina de la expiación representa a Dios como sin misericordia. A esto respondo:

(1) Esta objeción supone que la expiación fue demandada para satisfacer la justicia retributiva en lugar de la justicia pública.

(2) La expiación fue la exhibición de una disposición misericordiosa. Fue porque Dios estaba dispuesto a indultar aquello que consintió dar a su propio hijo para morir como sustituto de los pecadores.

(3) La expiación es infinitamente la exhibición más notable de misericordia hecha en el universo. El mero perdón de pecado, como un acto de misericordia soberana, no pudo haber sido comparado, si hubiese sido posible, con la disposición misericordiosa desplegada en la expiación misma.

 

2. Se objeta que la expiación era innecesaria.

El testimonio del mundo y de las conciencias de todos los hombres está en contra de esta objeción. Esto es avalado universalmente por los sacrificios expiatorios. Éstos, como se ha dicho, han sido ofrecidos por casi cada nación de cuya historia religiosa podemos tener un recuento confiable. Esto muestra que los seres humanos están universalmente conscientes de ser pecadores y bajo el gobierno de un Dios que detesta el pecado, que la inteligencia de los pecadores demanda ya sea castigos para ellos o que un sustituto debe ser ofrecido para la justicia pública; que ellos tengan la idea de que la sustitución es concebible y de este modo ofrezcan sus sacrificios como expiatorios. Un filósofo impío puede responder a esta objeción y reprender la locura de quien lo haga.

 

3. Se objeta de que es injusto castigar al inocente en lugar del culpable.

(1.) Sí, sería injusto pero es imposible que Dios castigue a un agente moral inocente. El castigo implica culpa. Un inocente puede sufrir, pero no puede ser castigado. Cristo voluntariamente "padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos" (1 P. 3:18). Tenía derecho de ejercer esta negación de uno mismo, y como fue de propio consentimiento voluntario, no hubo injusticia para nadie.

(2) Si él no tenía derecho a hacer una expiación, no tenía derecho a consultar y promover su propia felicidad y la felicidad de otros porque se dice que "por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio" (He. 12:2).

 

4. Se objeta que la doctrina de la expiación es completamente increíble. A esto he contestado en el capítulo anterior, pero aquí de nuevo establezco que sería completamente increíble con base en cualquier otra suposición que esa de que Dios es amor. Pero si Dios es amor, como la Biblia expresamente afirma que él es, la obra de la expiación es justo lo que podía haber esperado de él, bajo las circunstancias; y la doctrina de la expiación es entonces la doctrina más razonable en el universo.

 

5. Se objeta de que la doctrina de la expiación es de una tendencia desmoralizante.

Hay una amplia distinción entre la tendencia natural de una cosa, y un abuso tal de una cosa buena como para hacerla el instrumento de mal. Las mejores cosas y doctrinas pueden ser, y con frecuencia son, abusadas y se pervierte su tendencia natural. Aunque se puede abusar de la doctrina de la expiación, sin embargo, su tendencia natural es el opuesto directo de desmoralizante. ¿Es la manifestación del amor infinitamente desinteresado calculado naturalmente para concebir enemistad? ¿Quién no sabe que la tendencia natural del amor manifestado es provocar amor a cambio? Aquellos que tienen la creencia más cordial de la expiación han exhibido la moralidad más pura que ha habido en el mundo mientras quienes rechazan la expiación, casi sin ninguna excepción, exhiben una moralidad suelta. Esto es, como es de esperarse, por la misma naturaleza e influencia moral de la expiación.

 

6. A una expiación general, se objeta que la Biblia representa a Cristo como quien da su vida por sus ovejas, o por los elegidos solamente, y no por la humanidad.

(1.) Ciertamente representa a Cristo como quien da su vida por sus ovejas y también por toda la humanidad. 1 Jn. 2:2: "Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo." Jn. 3:17: "Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?" He. 2:9: "Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos."

(2.) Quienes objetan la expiación general toman sustancialmente el mismo curso para evadir esta doctrina, que los unitarios ponen a un lado la doctrina de la Trinidad y de la divinidad de Cristo. Ellos citan pasajes que prueban la unidad de Dios y la humanidad de Cristo, y luego dan por un hecho que ellos han refutado la doctrina de la Trinidad y la divinidad de Cristo. Quienes avalan la expiación limitada de ese modo citan aquellos pasajes que prueban que Cristo murió por los elegidos y por los santos, y luego dan por sentado que no murió por nadie más. Para el unitario, respondemos, que admitimos la unidad de Dios y la humanidad de Cristo, y el significado completo de aquellos pasajes de la escritura que ellos citan como prueba de estas doctrinas, pero insistimos que esto no es toda la verdad, sino que hay aún otros pasajes que prueban la doctrina de la Trinidad y de la divinidad de Cristo. Respondemos a los que avalan la expiación limitada que creemos que él gustó la muerte por todos (He. 2:9). Jn. 3:16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".

7. Se objeta que la doctrina de la expiación general sería locura en Dios proporcionar lo que sabía que se rechazaría, y que para que Cristo sufriera la muerte por aquellos, que él previó, que no se arrepentirían, sería un gasto inútil de la sangre y sufrimiento de Cristo.

(1.) Esta objeción supone que la expiación fue un pago literal de una deuda que hemos visto que no es consistente con la naturaleza de la expiación.

(2.) Si lo pecadores no la aceptan, en ninguna perspectiva puede la expiación ser inútil, como la gran compasión de Dios, en proveer una expiación y un ofrecimiento de misericordia, exaltara por siempre su carácter, en la estimación de los seres santos, fortaleciera grandemente su gobierno, y por consiguiente, beneficiara a todo el universo.

(3.) Si todos los hombres rechazaran la expiación, no obstante sería de gran valor para el universo, ya que es la revelación más gloriosa de Dios que se haya hecho.

 

8. Se objeta para la revelación general que implica salvación universal.

Implicaría, en efecto, con base en una suposición de que la expiación es el pago literal de una deuda. Fue con base en esta perspectiva de la expiación que el universalismo tomó su primera postura. Los universalistas dándolo por hecho que Cristo hubo pagado la deuda por quienes murió, y encontrándolo revelado plenamente en la Biblia de que él murió por toda la humanidad, naturalmente, y si este fuese correcto, propiamente, inferida la doctrina de la salvación universal, pero hemos visto que esto no es la naturaleza de la expiación. Por consiguiente, esta inferencia pierde solidez.

9. Se objeta que si la expiación no fue un pago de la deuda de los pecadores, sino general en su naturaleza, como hemos mantenido, no asegura la salvación de nadie. Es verdad que la expiación, de sí misma, no asegura la salvación de nadie, pero la promesa y el juramento de Dios de que Cristo tendrá una simiente para servirle proporciona esa seguridad.

 

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