LA VERDAD DEL EVANGELIO

The Oberlin Evangelist.

19 noviembre de 1851

EL ARREPENTIMIENTO ANTES DE ORAR POR PERDÓN

Por el Rev. C.G. Finney

Reportado por el Editor.

 

"Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás" -- Hechos 8:22-23.

 

Estas palabras estaban dirigidas a Simón el Mago. Un avivamiento de religión estaba aconteciendo en Samaria bajo la obra de Pedro y Felipe; muchos se convertían a Dios, entre ellos Simón el Mago que también profesó convertirse. Había sido un gran hombre en ese lugar y había engañado a muchos por su arte de magia. Viendo las grandes maravillas hechas por estos apóstoles cristianos, estaba atónito de sorpresa, y su espíritu ambicioso tuvo la idea de aumentar su poder sobre los hombres al obtener este nuevo secreto. Entonces, ofreció dinero a los apóstoles para comprar este nuevo poder. Pedro vio su corazón de inmediato y noblemente contesta: "Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero". Entonces le da direcciones como dice en el texto: "Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón".

Siguiendo el orden de pensamiento como en el texto:

I. OBSERVARÉ EL PRINCIPIO AQUÍ DESARROLLADO A LA LUZ DE LA QUE PEDRO VIO A ESTE HOMBRE AÚN EN SUS PECADOS;

II. MOSTRARÉ LO QUE ES EL ARREPENTIMIENTO;

III. LO QUE ESTÁ IMPLICADO EN EL ARREPENTIMIENTO;

IV. MOSTRARÉ POR QUÉ LOS PECADORES SON EXHORTADOS PRIMERO A ARREPENTIRSE Y ENTONCES A ORAR POR INDULTO;

V. ME ENFOCARÉ EN LA IMPORTANCIA DE SEGUIR ESTE EJEMPLO EN TODOS LOS TRATOS CON LOS HOMBRES.  

I. Pedro no profesó saber del carácter de Simón el Mago por inspiración.

No tenía tal omnisciencia. Tenía sin duda inspiración, pero la inspiración enseñaba la verdad general, no el carácter individual. Pedro vio su corazón que era egoísta y en nada estaba en armonía con el espíritu del evangelio. Simón aún tenía su espíritu viejo, y quería poder para dar el Espíritu Santo a quien quisiera por la misma razón que tenía antes cuando buscaba y valoraba sus poderes mágicos. De ahí, ofreció dinero, como si los apóstoles fueran sórdidos como él mismo. Pedro vio que era egoísta y por tanto ciego, lejos ciertamente de entender el asunto del cristianismo.

II. De ahí Pedro le exhortó que se arrepintiera. ¿Qué es el arrepentimiento?

El arrepentimiento siempre debe distinguirse de reconvención por el pecado. Este último primero es un estado involuntario, y desde luego no hay virtud en él. Puede haber tanto de él como hay en el infierno, y sin embargo no hay virtud. Hay una horrible condenación en el infierno, pero no es arrepentimiento genuino.

Ni tampoco el arrepentimiento consiste en tristeza meramente. En efecto, esto no es propiamente ni estrictamente parte de eso, pues la tristeza no pertenece al departamento de pensamiento de la mente--mucho menos pertenece a la voluntad, y al departamento de la acción voluntaria.

De nuevo, ni tampoco es el arrepentimiento lo mismo que remordimiento. El remordimiento, aunque equivale a la condenación de uno mismo más puntiaguda y amarga, no necesariamente implica arrepentimiento. Puede no haber ningún cambio en él de parecer.

El arrepentimiento es simple y precisamente un cambio de parecer. El término original denota, un pensamiento de nuevo--un giro de la mente--como cuando uno se encuentra yendo mal y se da la vuelta para seguir el rumbo opuesto. El término, cuando se aplica al arrepentimiento evangélico, significa no nada más un giro de la mente, sino un cambio completo de los propósitos de acción, cambio en la actitud completa de la voluntad. El arrepentimiento, por tanto, no es remordimiento, no es tristeza, ni nada de este tipo, sino es la mente que se vuelve de sus actitudes egoístas a benevolente--de ser egoísta a ser realmente benevolente.

III. ¿Qué está implicado en el arrepentimiento?

1. Reconvención de pecado como un mal cometido contra Dios. Sin esto, no puede haber ningún arrepentimiento racional.

2. Que el pecador se vuelva verdaderamente honesto con Dios. Debe honestamente admitir las verdades afirmadas por la razón y presionadas en su alma por su conciencia. Especialmente, tiene que reconocer los derechos de Dios--que él mismo es propiedad de Dios y le pertenece a Dios.

3. Que se vuelva justo y equitativo hacia los hombres--verdaderamente un hombre honesto. El egoísmo es la gran deshonestidad en el mundo. Ningún hombre es radicalmente honesto quien es egoísta, a menos un hombre puede ser honesto en prácticamente negar los derechos de todos menos el suyo. No, el egoísmo es la perfección de la deshonestidad. Es absurdo para un perverso fingir ser honesto. No tiene ni una pizca de honestidad genuina, ¡más de la que tiene Satanás! ¿Qué es honestidad? Respetar los derechos de otros hombres y especialmente los derechos de Dios según el verdadero valor de ellos, pero el pecador se dispone a ser un hombre honesto mientras que niega completamente los derechos de Dios. ¡Cuán falsas pretensiones! Respetan los derechos de su prójimo sólo por sus propios intereses--sólo porque de alguna forma esperan cosechar bien para ellos del respeto que hipócritamente muestran para los intereses de su prójimo. El hecho es que los hombres están totalmente engañados si se creen honestos hacia los hombres mientras no son realmente honestos hacia Dios. El corazón de la honestidad no está en ellos. Si no aman a su prójimo como ellos mismos, no son honestos. Ningún hombre tiene derecho para decir prácticamente que sus derechos e intereses son mayores que los de su prójimo. La suposición práctica de esto es falsa y deshonesta.

4. Ningún hombre es contrito quien no es un hombre honesto en el sentido que da a Dios lo que es de Dios y al hombre lo que es del hombre. Debe empezar con restaurar a Dios su yo robado. Dios lo ha creado--lo ha mantenido vivo--y lo ha redimido--; Dios le tiene este reclamo triple; y, sin embargo, se pone en oposición contra Dios y no tiene simpatía por Dios. Ningún hombre, por tanto, es honesto hasta que se arrepienta a Dios. El primer paso es darse de vuelta a Dios y consigo mismo lo que le quede de su tiempo, talentos, propiedad e influencia. Siempre está implícito en el verdadero arrepentimiento que ustedes hagan restauración plena de todo lo que no han despilfarrado y tan despilfarrado como para sentirlo más allá del poder de ustedes para restaurarlo.

5. El arrepentimiento implica confesión de pecado a Dios y a todo aquel que ha hecho daño. Que ningún hombre piense de sí mismo como verdaderamente contrito hasta que haya hecho confesión de todas las cosas donde se deba. Algunos pecados los sabe Dios y otros son cometidos sólo contra Dios. Éstos deben confesarse a Dios. En algunos casos de excepción, Dios requiere a los hombres confesar pecados secretos. Eso, sin embargo, es la excepción y no la regla.

No puedo entrar ahora en esas discriminaciones que deben hacerse sobre este tema, pero obviamente donde la restitución no puede hacerse sin confesión, como, por ejemplo, donde el carácter es lastimado, ahí ustedes persisten en error a menos que confiesen. Ustedes han engañado a muchos con respecto a sus semejantes, para el daño de ellos, y este mal que ustedes les han hecho, debe repararse, o no pueden suponer que están realmente contritos.

6. Pero además de la confesión, la restitución siempre implica arrepentimiento. Cada hombre debe hacerla a la extensión de su poder. Esto siempre se implica porque el contrito también es benevolente. Ama a su prójimo como a sí mismo, por tanto, como Zaqueo, se apresura a restaurar y no cree que le sea gravoso incluso restaurar por cuadriplicado.

7. El arrepentimiento implica el abandono completo de todos los rumbos de vida y negocios que sean inconsistentes con el carácter cristiano. ¿Creen ustedes que un hombre, realmente benevolente en espíritu, puede ir en tras un negocio adaptado para arruinar en vez de salvar hombres? ¡Ciertamente no! ¿Se dedicará un hombre que ama el bienestar de otros como el suyo a traficar con humanos? ¡No más vendería su propia carne y sangre--su propia persona en servidumbre, o los cuerpos y almas de su propia esposa e hijos!

8. El arrepentimiento también implica no sólo el abandono de extensiones egoístas de negocios, sino todos los modos egoístas de hacer negocio, incluso de negocio en sí mismo correcto. Los egoístas pronto van tras un buen negocio de una mala forma--sobre los principios y políticas más egoístas. Este arrepentimiento también se descarta porque el arrepentimiento es un cambio de corazón y vida de egoísmo a benevolencia real. Implica un abandono de todo egoísmo.

9. El arrepentimiento implica una reforma universal de vida--una reforma que se extiende a todas las formas de pecado. Los contritos se vuelven de todo pecado como pecado--porque lo consideran como pecado, y, por tanto, no se puede simpatizar con él. Por tanto, de inmediato se tiene que abandonar todo pecado conocido. Y ya que para ellos nada puede ser pecado excepto lo que se sabe como tal, el abandono de todo pecado conocido es realmente dejar todo pecado. Ningún hombre es verdaderamente contrito quien se permite seguir en algún pecado escogido, y quien selecciona y elige sus indulgencias. Esto no es arrepentimiento en lo absoluto.

Cuando hablo de abandonar el pecado, no digo que el contrito nunca por ni un momento recaiga en él, sino que se dispone a estar contra él en verdadera honestidad y seriedad.

10. Finalmente, el verdadero arrepentimiento implica confianza en Dios y Jesucristo. Si un hombre verdaderamente se arrepiente de pecado, desde luego creerá en Jesucristo.

IV. ¿Qué está implicado en la orden consecutiva de deberes, como es mandado por Pedro--el arrepentimiento antes orar por indulto?

1. Él dio por sentado que Simón el Mago estaba totalmente depravado--totalmente alejado de Dios, y de ahí indispuesto a rendir sus pecados. Así que no pudo exhortarle a orar por indulto mientras aún estuviera en sus pecados. Pedro sabía muy bien que Simón se iría sobre la idea de ser perdonado antes de que se arrepintiera, pero quiso prevenirle de la manera más fuerte contra tal engaño. Sabía que el pecado de él consistía en aferrarse a su egoísmo, y por tanto le dijo primero que rindiera sus pecados y entonces pidiera perdón. Pedro dio por sentado que indisponibilidad de él para rendir su egoísmo era su gran pecado, primero que nada, estar arrepentido y quitar.

2. Dio por sentado que Dios podría perdonarlo hasta que quitar su pecado. Pedro conocía la gran dificultad de Simón--sabía que retenía ese rumbo como un hombre egoísta y ambicioso, y, por tanto, le aseguro que la misericordia podría llegar a él sólo después de un arrepentimiento completo.

3. Pedro no vio a Simón como que tenía algún derecho de pedir o desear el indulto hasta que se hubiera arrepentido. Observarán que Pedro vio a Simón sin arrepentimiento y con egoísmo. De ahí dio por sentado que no tenía ningún derecho de pedir o esperar perdón mientras estuviera en ese estado de la mente. No le dijo que orara por arrepentimiento porque sabía que estaba indispuesto a arrepentirse, por tanto, esa oración sería sólo burlarse de Dios.

¡Pero muchos guían al pecador a orar por arrepentimiento! Ah, ¿quieren que el pecador se burle de Dios? Pedro no guio a Simón para orar por arrepentimiento, pues sabía que sería burlarse de Dios hasta que debiera él mismo estar dispuesto a arrepentirse, y no podía invitarle a insultar a Jehová.

4. También se da por sentado que era abundantemente capaz de arrepentirse. Los hombres a veces enseñan a los pecadores a orar para que Dios los haga capaces de arrepentirse, y muchos incluso dicen que el pecador está tratando tan duramente como puede para arrepentirse, y, por tanto, necesita sólo clamar a Dios para que le ayude a arrepentirse, la única dificultad es su caso que Dios no le da la fortaleza suficiente.

"El tratar de arrepentirse" siempre implica dos cosas--una indisponibilidad para arrepentirse, y una falta de poder para hacerlo. Tratar es hacer un esfuerzo para lograr aquello en el que la mente está puesta, y si no es exitoso, implica que el fracaso resulta de falta de poder.

Ahora, Pedro entendió todo este proyecto. Pedro sabía que este hombre tenía libre albedrío suficiente y habilidad suficiente para arrepentirse si quería. Por tanto, lo dirige a arrepentirse, y luego que pidiera el indulto. Pedir perdón antes de arrepentirse sólo blasfemaría contra Dios, y Pedro no le aconsejó que hiciera eso.

5. Pedro da a entender que tenía él la reconvención suficiente, y por tanto no necesitaba esperar más. De ahí, no le dice que la espere, sino que se arrepienta de inmediato. Esto desde luego dio por sentado que tenía la reconvención suficiente. Muchos pecadores se disponen a orar por reconvención como si necesitaran más y desearan tenerla, nada de esto es usualmente cierto.

6. Pedro dio por sentado que el pecador está sin excusa por su pecado o permanencia sin arrepentimiento. Insistió en el arrepentimiento como el deber presente de ese hombre, que desde luego implica que en el juicio de Dios es el deber de arrepentirse de cada pecador. Ahora, tiene que ser de primera importancia para nosotros que sepamos cómo Dios juzga en este asunto. Es un hecho notable que tanto Pedro como todos los otros maestros inspirados concuerdan en representar a Dios requiriendo a los pecadores que se arrepientan de inmediato.

V. Es de suma importancia seguir este ejemplo inspirado. Pues…

1. Esta dirección para arrepentirse antes de pedir perdón, y esto solo, es consistente con los hechos en el caso.

¿Para qué son los hechos? El pecador es un agente de libre acción y voluntario. En esta capacidad, se dispone a sí mismo egoístamente contra las demandas de la ley de amor de Dios. Ahora, ¿qué nos requiere Dios que hagamos? Cambiar su rumbo para estar seguros--en otras palabras, arrepentirnos. Nada puede ser más simple que un agente voluntario que está voluntariamente haciendo mal deba volverse y voluntariamente hacer lo correcto. Esto, y sólo esto, es consistente con los hechos y con lo correcto del caso.

Mas supongan que se encargan de dar dirección a un pecador que es egoísta, esto es, dedicado a agradarse a sí mismo. Antes que nada, lo ponen a orar. ¿A orar para qué? ¿Que Dios le dé el corazón que desea? Desde luego, si ora sin primero cambiar el propósito de su corazón, orará por lo que desea--esto es, orará que Dios le conceda los deseos egoístas de su corazón. Su oración sería: "Oh Señor, déjame tener el cielo sin santidad. Señor, perdona mis pecados, y aún déjame vivir pecando, pues ¡no tengo corazón para arrepentirme!"

Ahora, ¿puede tal burla a Dios ser de alguna utilidad? ¿Supondrían posiblemente que Dios dé esas direcciones a los pecadores despiertos?

Si los hombres están realmente dispuestos a arrepentirse y abandonar todo pecado, Dios no pide más a ellos, pues la disposición es esencialmente el hacer, pero no puede haber mayor error en este mundo que dar por sentado que los pecadores están dispuestos a arrepentirse y quieran arrepentirse antes que de hecho lo hagan.

2. El orden usual en el cual aquellos que inquieren se disponen a trabajar es el reverso de aquello ordenado en la Biblia, como si el pecador estuviera listo y Dios no, y, por tanto, el pecador necesita usar los medios para hacer que Dios esté listo e instarlo a cumplir su deber.

3. Disponer a un pecador a orar por arrepentimiento es dar por sentado que está dispuesto a arrepentirse, pero no puede, y, por tanto, necesita el poder de Dios para ayudarlo.

La verdad es que ningún hombre puede estar dispuesto a renunciar al pecado sin hacerlo, pues estar dispuesto es hacerlo.

4. Dirigir a los pecadores distintamente a lo que Dios hace en la Biblia es engañarlos. Miles han sido engañados así para la ruina de sus almas por siempre. Si los disponen a orar por indulto antes que se arrepientan, los dejan bajo el engaño que están haciendo algo que deben hacer--están cumpliendo con su deber--, mientras que no están cumpliendo con su deber hasta que se arrepientan. ¡Qué horrible doctrina es ésta! ¡Enseñad al pecador sin arrepentir, todavía aferrándose a sus pecados, que ore por indulto! Esto arruinaría un mundo de pecadores. ¡Dejaría a todos engañados en sus pecados y bajo la ira de Dios por siempre!

5. Decirle al pecador que ore por el Espíritu Santo es solo lo mismo en una forma ligeramente diferente. Nada puede ser más engañoso que decirle al pecador que ore por Espíritu Santo mientras saben ustedes que está sólo resistiendo al Espíritu Santo, y mientras le dejan seguir aún resistiendo. "Resistís siempre al Espíritu Santo", dice la palabra de Dios a través de uno de es más fieles y verdaderos predicadores. ¿Qué hace el Espíritu Santo? Toma la verdad y la revela al pecador en aspectos impresionantes. Éste es su cargo en lo que respecta al pecador. Tan pronto se rinde el pecador a la verdad como es presentada y sostenida por el Espíritu Santo, se convierte. Hasta que se arrepienta, solo resiste al Espíritu. ¿Qué le sirve entonces dirigirlo a orar por el Espíritu mientras está resistiendo al Espíritu? ¿Qué puede ser su oración mientras busca este rumbo, excepto burlarse de Dios? Aquello que debe hacer es no orar por el Espíritu Santo, sino rendirse a su influencia como ya se ejerció en su mente. Lo primero y lo correcto que el pecador despierto debe hacer en referencia al Espíritu Santo es rendir su corazón a las demandas de la verdad revelada de Dios. Que haga eso y se convertirá en un momento. Se le debe decir que no siente su necesidad del Espíritu, y por tanto no puede orar inteligentemente por su mayor influencia en su mente. También, se le debe decir que lo único honesto que puede hacer en primer lugar es dejar de resistir al Espíritu.

Pedro no le dijo a Simón--"Ora por el Espíritu Santo para que contienda contigo, o te haga arrepentir, o incluso ayudarte a arrepentir, sino simplemente, arrepiéntete--arrepiéntete antes que nada y luego pide perdón".

6. Dirigir al pecador aún en sus pecados, orar en vez de arrepentirse, es dejarlo bajo la impresión que después que ha orado, ha cumplido su deber. Le dicen que ore: ora, y entonces dice: "he cumplido mi deber y ¿por qué no estoy convertido?" Pero si le dicen como Pedro dijo, "primero arrepiéntete y luego ora"--si sigue la dirección de ustedes, se convierte, y entonces su oración es aceptable para Dios.

El rumbo opuesto--esto es, el orden invertido, que pone la oración antes del arrepentimiento, virtualmente echa la culpa de la continua impenitencia sobre Dios. Si dirigen al pecador a orar primero en vez de que se arrepienta primero, virtualmente implica que la dificultad del pecador en la manera del pecador es una que Dios debe remover--esa razón por la que no se ha arrepentido yace en Dios y no en él mismo. Si el pecador sigue la dirección de ustedes, ora antes que se arrepienta, y entonces habiendo orado, dice: "¿por qué no estoy convertido y salvado? He orado; Dios no me convierte--¡la culpa sea a Dios y no a mí!" --¡Qué horrible la influencia de este rumbo es en la mente del pecador!

7. Ningún escritor inspirado garantiza ningún otro rumbo que éste del texto. Busquen en las escrituras de principio a fin, y no encontrarán ninguna dirección diferente que ésta. Quizá se pregunten con asombro si deben, pues hacerle la oferta al pecador que vaya y ore primero antes de arrepentirse pasa por alto la misma naturaleza del arrepentimiento y de un estado de pecado de la mente.

8. Cada doctrina de la escritura es consistente con el rumbo de direcciones dadas en el texto y con ningún otro rumbo. Cada doctrina de la escritura calla al pecador de cumplir el deber presente. Toda la Biblia le urge cumplir su deber presente, y si está en pecado sin arrepentirse, le dice que su deber primero es arrepentirse. Los hombres se ponen en marcha hacia una forma extraña que deben dirigir a los pecadores a hacer algo más que arrepentirse--pero la Biblia se aferra al único rumbo consistente--urgir siempre a cada pecador que antes que nada debe arrepentirse. Juan llegó clamando en el desierto de Judea que se arrepintieran, --Jesucristo lo siguió predicando lo mismo y nada distinto a esto: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". Entonces, cada profeta, y cada apóstol, cada uno en su lugar, clamaron "arrepentíos", "ARREPENTÍOS", como si no hubiera nada más que se atrevieran a decir hasta que el primer deber sea cumplido.

Éste es el único rumbo racional--el único que está basado en la escritura, razón y la ciencia verdadera de la mente. Cada pecador saber que es un pecador. No necesitan más ustedes al Espíritu Santo para hacerles ver a un pecador que hacerles ver que existen. Esto muestra por qué la Biblia siempre resiste al pecador con la suposición--Eres pecador y el hecho no necesita prueba. Cada pecador lo sabe.

9. Los pecadores a menudo están dispuestos a orar, pero no a arrepentirse. Sólo déjenlo libre de la obra del corazón para arrepentimiento, y con gusto hará muchas otras cosas. Un joven me dijo una vez: "Viajaría a cualquier parte del mundo si pudiera ser salvo". "Sí", le dije, "pero una cosa no harás: rendir tu santurronería, y ser salvo sólo en Cristo, sin hacer nada meritorio tú".

Lo mismo con cada pecador. Díganle que ore por reconvención. Ah sí, orará por ésta, pero la resistirá hasta que se arrepienta. Díganle que ore por el Espíritu Santo. Ah sí, orará por el Espíritu Santo, pero aún quizá resistirá al Espíritu Santo continuamente. Está listo para hacer obra externa, pero no del corazón--se limpiará de buena gana afuera del vaso y el plato, pero el darle la vuelta a sus pecados y egoísmo de su corazón, eso es algo difícil--aquello que de todos los otros él está renuente a hacer.

Los pecadores están acostumbrados a dar por sentado en vindicación de uno mismo que es imposible para ellos controlar sus propios corazones. Admiten que pueden controlar sus músculos; si Jesús estuviera en la tierra, podrían ir a él y arrodillarse ante él, pero no pueden ir con sus corazones y rendir sus corazones a él. Mas ¿qué es el corazón que no pueden controlarlo? Están controlando sus propios corazones todo el tiempo, y aquello mismo de que se queja Dios es que ustedes lo controlen muy neciamente, para que la verdad y el Espíritu de él no pueda moverlos--que lo controlen mal y con tanta obstinación como para frustrar todos sus esfuerzos para salvarlos. Por tanto, él clama: "Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis?"

OBSERVACIONES

1. Pero preguntan: ¿Acaso no debe orar un pecador? La respuesta depende de lo que signifique la pregunta e implique. Si significa, ¿acaso un pecador debe burlarse de Dios? Respondo: no. Si quieren decir ustedes, ¿orará realmente en sinceridad y honestidad? Sí. ¿Mentirá al Espíritu Santo? No. ¿Se volverá a Dios? Sí.

Pero la suma de todo que necesita decirse en este punto es que al pecador se le debe decir que se arrepienta--no orar y arrepentirse. Déjenlo observar el orden escritural--un orden fundado en razón y en la naturaleza del caso.

2. Este orden de deberes es eminentemente razonable.

Supongan que un pecador había robado dinero. Sabe que Dios está grandemente disgustado con él por eso, y también tiene miedo de ser detectado y deshonrado. Ahora dice: "¿Qué debo hacer? ¿Me arrepentiré y entonces oraré a Dios para que me perdone u oraré primero?" Grandemente le desagrada confesar, arrepentirse y restaurar, dice él--"Haré lo otro. Oraré. Iré solo y oraré al respecto, y entonces quizá me arrepienta". Véanlo. Toma el dinero robado. Se lo pasa de una mano a la otra. "Estoy grandemente angustiado", dice, "¿qué debo hacer? ¿Me lo pondré en mi bolsillo y me iré a orar?" No, pecador, no. Llévalo de vuelta--primero arrepiéntete y luego ve a orar. No vayas y ores primero por el Espíritu Santo; no hay necesidad de eso. El Espíritu Santo está ya acusándote de tu gran pecado. No lo insultes al rehusar rendirte a sus persuasiones y al fingir orar por guía y ayuda.

Que esto represente todo pecado. Robar dinero es sólo una forma de pecado; que represente todas las formas de pecado. Tú, pecador, estás de lleno entregado a vivir para ti. Has robado a Dios al arrebatarte tú mismo de su servicio. Dios dice: "Restaura. Vuélvete a mí y a mi servicio". Pero contestas: "¿Qué debo hacer? ¿Acaso no iré y oraré?" Dios dice: "Primero restaura; devuelve los bienes robados primero; entonces puedes orar". ¿De qué vas a orar, hasta que hayas restaurado lo que robaste? Seguramente no insultarás a Dios al orar por indulto antes que hayas restaurado lo que has robado. No necesitas orar por el Espíritu Santo antes que restaures, pues orar y no restaurar es sólo resistir y burlarse del Espíritu de Dios.

Mas el pecador dice: "Hablas como si pudiera arrepentirme". Sí y también Dios. Dios en sus palabras siempre habla como si pudieran arrepentirse, como si debieran saber que pueden. Si Simón el Mago hubiera dicho: "pero no esperas que me arrepienta, ¿verdad?" Observarán que no dijo tal cosa. Su propia conciencia ni le sugirió ni le permitió tal defensa, ni la predicación de los Apóstoles la motivaron.

Pero dicen: "¿Acaso la Biblia siempre da por sentado que me puedo arrepentir?" Sí, en todos lados--en todos sus mandamientos--por cada profeta, cada Apóstol--por los labios de cada heraldo de Cristo--por los labios de Cristo mismo. Cada mandamiento inspirado--cada dirección inspirada, tiene el mismo lenguaje y hace la misma implicación. ¡Se pueden arrepentir y deben hacerlo inmediatamente!

3. Cuando el pecador dice: "no me puedo arrepentir", virtualmente lo acusan de tirano, pues ¿qué puede ser la tiranía si culpar a Dios de requerirle hacer imposibilidades?

4. Pero ¿acaso no la Biblia enseña que Dios les da a los hombres el arrepentimiento? Sí, y en el mismo sentido les da el pan de cada día--que, sin embargo, deben ustedes mismos proveer y comer. Dios no da el pan de cada día a ustedes, en tanto persistan en morirse de hambre. Igualmente, Dios le da el arrepentimiento al persuadirlos que se arrepientan--al atraerlos, imprimir la verdad en sus corazones y conciencias. En efecto, no hay otra manera posible en la que él les dé el arrepentimiento. Es sólo llevar la verdad ante sus mentes--imprimirla por miles de formas en el corazón y conciencia, pues el arrepentimiento es un acto racional y voluntario--un acto hecho por el pecador, porque ve que la verdad y razón lo demanda.

5. Cada pecador debe ver y sentir que el arrepentimiento inmediato es lo que Dios requiere. Debe ver que es sólo esto precisamente y nada más.

Tampoco, no hay nada extraño o absurdo en esto. Supongan a un hombre que había cometido asesinato, y le deben decir que se arrepienta de este gran pecado. ¿Hay algo misterioso en eso? O si ven a un hombre metido en una forma particular de maldad, y le exhortan a que desista y se arrepienta. ¿Acaso en este rumbo hay algo extraño o irrazonable? ¿Cómo puede haber algo irrazonable en requerir a un pecador que se arrepienta de sus pecados o de aquello que ocupa la suma de toda maldad?

6. Algunos de ustedes tienen tanto miedo de que se arrepientan, que consiguen un libro, incluso bajo la predicación más solemne, y tratan de no pensar en sus propios pecados, e incluso entonces fingirán que no se pueden arrepentir, de buena gana dirán que se arrepentirían si pudieran. ¡No es esto bellamente consistente!

7. Muchos profesantes de religión grandemente apostatan de Dios, pero oran en forma y no se arrepienten. Muchos hablan acerca de orar como si resarcieran en oración lo que carecen de agradar a Dios en pecar. Le pregunté a una joven: "¿oras?" "Sí, señor". "¿Cuándo?" "Al irme a descansar en la noche". "¿Para qué?" "Que el Señor me lleve a cielo si muero antes de la mañana". ¿Esperan que Dios haga eso? No. Esperan entonces seguir en pecado. Ahora sean honestos para decirle a Dios solo la verdad. Díganle: "Señor, perdona mis pecados--dame fuerzas al dormir y comida para que peque un poco más. He pecado todo el día--no intento arrepentirme. Sólo quiero ser llevado al cielo si muero, pues no puedo soportar irme directo al infierno: Señor, ¡ayúdame a pecar contra ti mientras viva y entonces llévame al cielo!"

Se escandalizan, pero ¿qué les escandaliza? ¿Su rumbo o mi lenguaje?

Ahí, vean al pecador. Se arrodilla y le dice a Dios que quiere arrepentimiento, pero miente en decirlo, cada momento hasta que de hecho se arrepiente. Y tú, profesante apóstata, mientes a Dios en cada palabra de tu oración fingida. ¿Dices --"no me arrepentiré"--"no intento arrepentirme"? Si dices algo más que esto, mientes a Dios, pues nada más es verdad hasta que de hecho te arrepientas. La verdad es, mientras sigas en tu estado egoísta y sin arrepentir, no tienes la intención de arrepentirse. Por tanto, déjenlo orar como quiera, su significado verdadero es que no tiene intención de arrepentirse de sus pecados. Esto será siempre cierto hasta que se arrepienta.

Mas es esta oración de pecadores en sus pecados cuando no tienen la intención de arrepentirse. Óiganlos: "Oh Señor, te suplico que escudriñes mi corazón". No, tienen esa intención; están tapando su propio corazón todo el tiempo. Oh Dios, acércate" Pero están alejando a Dios a cada momento, y en tanto luchan por librarse, ¡sólo ven atrás por encimas de su hombro y claman a Dios para que revele su rostro y se acerque al alma de ustedes! Atención. Escuchen lo que dice la Biblia. "El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable". Y ¿cuál es el rumbo de ustedes más que ese?

8. Déjenme decirles, Dios está infinitamente listo para encontrarse con ustedes y bendecirles. Viene con indultos en sus manos, indultos sellados con sangre. Sólo necesitan renunciar a sus pecados e ir a él, entonces todo estará bien. En el momento que vayan a Dios con corazón penitente, los encontrará con sonrisas de bondad. Su parábola del hijo pródigo ilustra y prueba esto. Verán, el hijo perdido que vagaba reacciona. En vez de alejarse y tratar de vivir de algarrobas, vuelve su rostro hacia casa y llega con una confesión en sus labios, y lágrimas de penitencia en sus mejillas. Está regresando y vean a su anciano padre ahora. Lo ve a cierta distancia. Reconoce a su hijo perdido. Vean cómo se levanta y se apresura para abrazar a su hijo. ¡Qué presto estaba! ¡Cuán presto está Dios en el caso de ustedes para encontrarse con ustedes con un indulto pleno--y quitar sus lágrimas, y calmar esa sensibilidad dolorosa!

Ahora, estimado oyente, no te vayas y digas que te dije que no ores. Si debo decirte que no vayas a tu clóset, te arrodilles e insultes y blasfemes a Dios, ¿dirías con verdad que te dije que no oraras? Así que no te enseño a orar, pero te enseño a ser honesto. Te advierto que cuando ores no te burles de Dios. Te pido que cuando ores, rindas tu corazón a Dios y te arrepientas de todos tus pecados. Cuando primero me arrepentí, lo hice de rodillas y en acto de oración. Me arrodillé como un pecador impenitente, y me levanté como penitente. En cada acto de hablar con Dios, mi corazón se quebrantó. Me rendí a Dios. Ésta es la forma. Y me preguntas: "¿Puedo creerle a Dios?" Sí. "Puedo orar en fe?" Sí. "Puedo dar mi corazón a Dios en penitencia?" Sí. ¿Por qué no haces como Pablo--y también Pedro, como también como uno de los miles que han hecho eso, y al hacerlo han encontrado misericordia?

 

 retorno a index

Copyright (c) 2004. Gospel Truth Ministries