LA VERDAD DEL EVANGELIO

LA JUSTIFICACIÓN: UN INDULTO REAL

Por Charles G. Finney

 

"Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado." -- Gálatas 2:16

 

En su sentido general, la justificación legal significa "no culpable". Justificar a un individuo en ese sentido es declarar que no es culpable de alguna violación de la ley. Afirma que no ha cometido ningún delito y es declarado inocente.

Más técnicamente, es una forma de declarar un cargo de delito. Al individuo que se le levantan cargos admite el hecho, pero pone una excusa sobre la cual dice que tenía derecho a hacer lo que hizo. Así, si una persona es culpada de asesinato, la declaración de la justificación admite que mató al hombre, pero alega que fue hecho en defensa propia o que fue un accidente inevitable. En cualquier caso, la declaración de la justificación admite el hecho pero niega la culpa.

Por las obras de la ley "ningún ser humano será justificado". Esto es cierto bajo cualquier forma de justificación.

Bajo la primera, o la forma general de justificación, la carga de la prueba está sobre el acusador. En este caso, sólo necesita probar que el delito ha sido cometido una vez. Si se prueba una vez, el individuo es culpable. No puede ser justificado, en esta forma, por la ley. Se le ha encontrado culpable. No es válido argumentar que ha hecho más bien que mal, o que ha guardado la ley de Dios más tiempo de la que la rompió. Para ser justificado de esta forma tiene que probar que ha cumplido cada jota y tilde de la ley. ¿Quién puede ser justificado por la ley de esa forma? Nadie.

En la segunda, o la forma técnica de justificación, la carga de la prueba yace en quien hace la petición. Admite el hecho y tiene que dar una buena excusa o fallar. Dos puntos se van a considerar. La excusa dada tiene que ser cierta y tiene que ser una excusa buena y suficiente, no una apología frívola que no es adecuada. Si no es cierta o es insuficiente, y especialmente si se refleja en la corte o el gobierno, sólo le hará más daño.

LA NATURALEZA DEL PECADO

Los pecadores a menudo declaran su naturaleza pecaminosa como justificación. Esta excusa es buena, si fuera cierta. Si es cierta, como ellos sostienen, que Dios les ha dado una naturaleza en sí misma pecaminosa, entonces es una buena excusa para pecar. En la faz del cielo y la tierra, y en el día del juicio, esto será una buena declaración en justificación. Dios tiene que aniquilar la razón de todos los seres racionales en el universo antes que se le culpe por el pecado si Dios los hizo pecado, o si les dio una naturaleza que es en sí misma pecaminosa.

¿Cómo puede ser su naturaleza pecaminosa? ¿Qué es pecado? El pecado es una transgresión de la ley. ¿Acaso la ley dice que no tienen que tener la naturaleza que tienen? Esto es absurdo.

Esa doctrina pasa por alto la distinción entre el pecado y la ocasión de pecar. Los apetitos corporales y las tendencias del cuerpo y mente, cuando fuertemente excitan, se vuelven ocasiones de pecado.

Así fue con Adán. Nadie dirá que Adán tenía una naturaleza pecaminosa, pero tenía, por su constitución, un apetito por la comida y un deseo por el conocimiento. Éstos no fueron pecaminosos sino fueron como Dios los hizo. Eran necesarios para acoplarse y vivir en este mundo como sujeto del gobierno moral de Dios, pero el ser fuertemente incitado llevó a la indulgencia, y de ese modo se volvieron las ocasiones del pecar de él contra Dios. Estas tendencias fueron inocentes en sí mismas, pero él se rindió a ellas de una manera pecaminosa y ése fue su pecado.

Cuando el pecador habla de su naturaleza pecaminosa como una justificación, confunde estos apetitos inocentes y susceptibilidades con el pecado mismo. Al hacerlo, de hecho culpa a Dios y lo acusa de darle una naturaleza pecaminosa. De hecho, su naturaleza es esencial para la agencia moral. Dios la hecho tan bien como pudo hacerse, perfectamente adaptada a las circunstancias en las que el hombre vive. La naturaleza del hombre está bien apta para amar y obedecer a Dios como para odiarlo y desobedecerlo. El día no está distante cuando será dado conocer si esto es una buena excusa o no. Entonces verán si pueden estar frente a su Creador de esa forma--cuando los culpe de pecado, ¿se voltearán y le echarán la culpa a él?

¿Se preguntan qué influencia el pecado de Adán ha tenido en producir el pecado de la posteridad de él? Los ha hecho sujetos a ellos a tentación agravada pero por ningún motivo ha hecho su naturaleza pecaminosa en sí misma.

¿NO PUEDEN DESOBEDECER?

Otra excusa es la inhabilidad. Ésta también es una buena excusa si fuera cierta. Si los pecadores realmente no pueden obedecer a Dios, esto es una buena declaración en justificación. Cuando se les culpa por no obedecer las leyes de Dios, sólo tienen que mostrar que Dios ha requerido lo que no pudieron realizar, y todo el universo inteligente resonará con el veredicto de "no culpable". Si no tienen ustedes el poder natural para obedecer a Dios, tienen que dar ese veredicto o dejarán de ser seres razonables. Una ley de la razón establece que ningún ser está obligado a hacer lo que no tiene poder para hacer.

Supongan que Dios les requiere deshacer algo que habían hecho. Esto es una imposibilidad natural. ¿Se les va a culpar por no hacerlo? Dios requiere arrepentimiento de pecados pasados--no que los deshagan.

Supongan que su deber es advertir a un cierto individuo sobre su pecado, pero ahora está muerto. ¿Están aún bajo obligación de advertir al individuo? No. Eso es una imposibilidad. Todo lo que Dios ahora puede requerir es que se arrepientan. Dios puede hacerlos responsables por no hacerlo cuando está en el poder de ustedes, pero sería absurdo hacer el deber de ustedes lo que es imposible.

Si Dios les requiere hacer lo que no tienen poder para hacer, es tiranía. Lo que Dios requiere es sobre la pena de muerte eterna. Él amenaza una pena por no hacer lo que no pueden hacer, y por ende es un tirano infinito. La petición, entonces, declarar a Dios de tiranía infinita y no es solamente insuficiente para la justificación del pecador, sino un horrible agravio de la ofensa de él.

Vamos a variar un poco el caso. Supongan que Dios les requiere arrepentirse por fallar en hacer por aquello que nunca tuvieron la habilidad de hacer. Deben arrepentirse, entonces, de no hacer lo que no tenían el poder de hacer, o tienen que irse al infierno. No se pueden arrepentir de eso ni se les puede hacer que se arrepientan.

¿Qué es arrepentimiento? Es culparse uno mismo y justificar a Dios, pero sin poder de hacer ninguno de los dos. Es una imposibilidad natural que un ser racional deba culparse a sí mismo por no hacer lo que sabe que no puede hacer. Y no pueden justificar a Dios.

Supongan que Dios les requiere arrepentirse por no volar. ¿Por cuál proceso se les puede hacer culpables por no volar cuando están conscientes que no tienen alas ni el poder de volar? Si él pudiera hacerles trampa para creer que no tenían el poder y hacerles creer una mentira, entonces pudieran arrepentirse, pero ¿qué clase de forma es ésa para que Dios actúe con sus criaturas?

¿Qué quiere decir una excusa así? ¿Quiere decir que nunca han pecado? Es una contradicción extraña cuando admiten que deben arrepentirse, pero dicen que no tienen poder para arrepentirse. Deben estar firmes de una forma u otra. Si quieren decir que confían en esa excusa, pónganla totalmente, tomen su posición con Dios, y digan: "Señor no me voy a arrepentir en lo absoluto--no estoy bajo ninguna obligación de arrepentirme, pues no tengo el poder de obedecer la ley. Por tanto, no me declaro culpable, porque ¡nunca he pecado!"

Otra excusa que los pecadores ponen por su conducta es su corazón perverso. Esta excusa es cierta, pero no es suficiente. Las dos primeras que mencioné hubieran sido buenas si fueran ciertas, pero son falsas. Esto es cierto pero no es ninguna excusa.

¿Qué es un corazón perverso? No es el órgano corporal que llamamos corazón sino la afección del alma, la disposición malvada, los sentimientos perversos y los actos de la mente. Si éstos los justifica, justificarán al diablo mismo. ¿Acaso no tiene un corazón tan malvado como el que tienen ustedes?

Supongan que han cometido asesinato y son enjuiciados y ofrecen esta declaración: "Es cierto", dirían, "maté a un hombre, pero es que tengo tanta sed de sangre y odio a la humanidad que no puedo evitar cometer asesinato cuando hay oportunidad".

"¡Horrible!", exclamaría el juez. "¡Pónganlo en la cárcel y desháganse de la llave!" Tal es la declaración del pecador de un corazón perverso en la justificación del pecado. Dios los condenará a ustedes por su propia boca (Véase Job 9:20).

CAMBIANDO LA CULPA

La gente a menudo se excusa a sí misma al señalar la conducta de los cristianos. Pregúntenle a un hombre por qué no cree y señalará la conducta de los cristianos como su excusa. "Esos cristianos", dirá, "no son mejores que nadie. Cuando los vea practicar lo que predican, entonces lo pensaré". Se está escondiendo detrás de los pecados de los cristianos. Muestra que sabe cómo los cristianos deben vivir y no puede declarar su pecado a través de ignorancia.

Pero ¿acaso equivale a las bases para la justificación? Admito que los cristianos se comportan muy mal y muy contrario a su fe, pero ¿es buena excusa para ustedes? Muy al contrario. Esto es en sí una de las razones más fuertes por qué deben ustedes ser salvos. Saben cómo los cristianos deben vivir y deben ser ejemplo. Si los habían seguido en ignorancia, no sabían más, sería un caso diferente, pero su declaración muestra que saben que están mal y es la misma razón que deben ustedes ser mejor influencia que ellos. En vez de seguirlos y hacer mal porque ellos lo hacen, deben ustedes reprenderlos, orar por ellos y tratar de llevarlos a un camino mejor.

Esta excusa, entonces, es cierta pero no es buena para justificación. Sólo la hacen una excusa para culpar a Dios neciamente. En vez de limpiarse a sí mismos, sólo añaden culpa terrible y maldita.

¿Quién puede ser justificado por la ley? ¿Quién la ha guardado? ¿Quién tiene una buena excusa para romperla? ¿Quién se atreverá ir a Dios y enfrentar a su Creador con tales disculpas?

¿OBEDECIÓ JESÚS POR NOSOTROS?

La justificación del evangelio no es la justicia imputada de Jesucristo. Bajo el evangelio, los pecadores no son justificados por tener la obediencia de Jesucristo establecida para ellos como si él hubiera obedecido la ley por ellos o en lugar de ellos. La gente con frecuencia supone que es considerada justa en el ojo de la ley por tener la obediencia o justicia de Cristo imputada en ellos.

Esa idea es absurda e imposible por esta razón: Jesucristo obedeció la ley por él mismo. Era su deber amar al Señor su Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerza y amar a su prójimo como a él mismo. Si no lo hubiera hecho, hubiera sido pecado.

La única obra que pudo realizar por nosotros fue entregarse a sufrimientos que no merecía. Esto es llamado su "obediencia hasta la muerte" y esto es puesto por nosotros, pero si su obediencia de la ley fue puesta por nosotros, ¿por qué se nos llama a arrepentirnos y obedecer la ley?

¿Exige Dios servicio triple--primero que ley sea obedecida por nosotros, luego que Jesús tenga que sufrir la pena por nosotros y entonces que tengamos que arrepentirnos y obedecer? ¡Tal cosa no se demanda! No se requiere que la obediencia de otro debe ser imputada a nosotros. Todo lo que debemos es obediencia perpetua a la ley de la benevolencia. Por esto no puede haber ningún sustituto. Si fallamos, debemos soportar la pena o recibir indulto.

La justificación por fe no quiere decir que la fe sea aceptada como un sustituto para santidad personal o que sea imputada a nosotros en vez de obediencia personal a la ley.

Algunos creen que la justificación implica que la santidad personal es puesta a un lado y Dios arbitrariamente se deshace de la ley e imputa fe como un sustituto, pero esto no es la forma. La fe de Abraham fue imputada a él por justicia, obró por amor, y produjo santidad. La fe que justifica es santidad y produce santidad de corazón y vida. Es contada al creyente como santidad no en vez de santidad.

LA FE OPERA POR AMOR

Algunos suponen que la justificación por fe es sin consideración a buenas obras o santidad. Han entendido esto por lo que Pablo dijo cuando insistió tan vehementemente en la justificación por fe, pero tiene que recordarse que Pablo estaba combatiendo el error de los judíos, quienes esperaban ser justificados por obedecer la ley. En oposición a este error, Pablo insiste que la justificación es por fe, sin las obras de la ley. No quiere decir que las buenas obras son innecesarias para la justificación. Las obras de la ley no son buenas obras porque emanan de esperanza, temor y consideraciones legales, y no por fe que obra por amor.

Ya que una teoría falsa se había metido en la Iglesia, Santiago tomó el asunto y les mostró que se había malentendido a Pablo. Para mostrarlo, tomó el caso de Abraham: "¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe" (Santiago 2:21-24).

Se pensaba que esta epístola contradecía a Pablo y algunos de las iglesias antiguas la rechazaron por esa razón, pero no repararon en el hecho que Pablo estaba hablando de un tipo de obras y Santiago de otro. Pablo estaba hablando de obras realizadas por motivo legales, pero en todos lados insiste que las buenas obras que brotan de la justicia de la fe son indispensables para salvación. Todo lo que niega es que las obras de la ley basadas en motivos legales tengan que ver con el asunto de la justificación.

Santiago enseñó lo mismo cuando dijo que los hombres son justificados por las obras o por la fe sola, pero por la fe junto con las obras de la fe. O, como lo expresó Pablo, la fe opera por amor. Por favor, recuerden que estoy hablando de la justificación del evangelio, que es muy distinto a la justificación legal.

La justificación del evangelio, la justificación por fe, consiste en el indulto y aceptación por Dios. Cuando decimos que los hombres son justificados por la fe y santidad, no queremos decir que son aceptados por la ley, sino que son tratados como si fueran justos a causa de su fe. Éste es el método que Dios toma en justificar al pecador. No que es el fundamento de la justificación, porque el fundamento es en Cristo, sino que ésta es la manera en la que los pecadores son indultados, aceptados y justificados. Si se arrepienten, creen y se vuelven santos, sus pecados pasados serán perdonados por causa de Jesús.

La justificación bajo el evangelio difiere de la justificación bajo la ley. La justificación legal es una declaración de inocencia actual y libertad de culpa. La justificación del evangelio es indulto y aceptación como si él fuese justo, pero con otro fundamento que su propia obediencia. Cuando el apóstol Pablo dice, "por las obras de la ley nadie será justificado" (Gálatas 2:16), usa la justificación en un sentido estrictamente legal, pero cuando habla de la justificación por fe, no habla de justificación legal, sino de una persona que es tratada como si fuera justa.

RESTAURADO PARA ADOPCIÓN

Cuando alguien es indultado, la pena de la ley es soltada. El primer efecto de un indulto es poner a un lado la ejecución de la pena. Admite que la pena era merecida, pero la pone a un lado. Entonces, en lo que se refiere al castigo, el individuo ya no tiene más que temer de la ley como si nunca hubiese transgredido. Es soltado enteramente. La gente justificada por la fe verdadera, tan pronto como son indultados, no necesitan ellos más ser influenciados por temor del castigo. La pena es puesta a un lado como si nunca hubiesen incurrido.

El siguiente efecto del indulto es remover todas las deudas adquiridas como una consecuencia de la transgresión. Un indulto de verdad remueve todas éstas y restaura a la persona de vuelta a donde estaba antes que transgrediera. Bajo el gobierno de Dios, el pecador indultado es restaurado al favor de Dios. Es llevado de vuelta a una nueva relación y está frente a Dios y es tratado por él, en cuanto a la ley se refiere, como si fuese inocente. No supone o lo declara ser realmente inocente, sino el indulto lo restaura al mismo estado como si lo fuera.

Otra operación del indulto bajo el gobierno de Dios es que el individuo es restaurado para adopción. En otras palabras, lo lleva a una relación tal con Dios que es recibido y tratado como un hijo de Dios.

Supongan que el hijo de un rey hubiese cometido asesinato y fuese condenado a morir. Un indulto no sólo lo libraría de la muerte, sino lo restauraría a un lugar en la familia. Todos los hijos de Dios se han desviado y entrado al servicio del diablo, pero en el momento que ellos son perdonados, reciben un espíritu de adopción, y son herederos sellados y restaurados a todos los privilegios de los hijos de Dios.

La justificación asegura toda la gracia necesitada para rescatarlos a ellos mismos completamente del lazo del diablo y los innumerables enredos pecaminosos. Si Dios fuese meramente a indultarlos y luego los dejara para salirse del pecado por ustedes mismos, ¿de qué utilidad sería indultarlos? Imaginen a un hijo que huye de la casa de su padre, vaga por el boque y cae en un hoyo profundo. Cuando el padre lo encuentra, no solamente puede perdonar al hijo por huir. Debe sacarlo del hoyo y llevarlo fuera del bosque.

En el plan de redención, cualquier ayuda que necesiten es garantizada si creen. Si Dios se compromete en salvarlos, él promete toda la luz, gracia, y ayuda que sean necesarias para romper las cadenas de Satanás y los enredos del pecado, y los lleva de vuelta a la casa de su Padre.

SALVACIÓN A TRAVÉS DE RELACIÓN

Cuando los individuos son primero quebrantados bajo un sentido de pecado y sus corazones manan con ternura, ven sus pecados pasados y se sienten condenados. Ven que todo está mal, se quebrantan ante los pies de Dios, y se rinden a Cristo. Se regocijan grandemente en la idea que han terminado con el pecado.

Pero pronto empiezan a sentir la presión de los viejos hábitos e influencias anteriores. Con frecuencia se desaniman cuando ven lo que tienen que vencer. Si los ha salvado, sólo tienen que mantenerse cerca de él, y él los sacará. No tienen que temer a sus enemigos. Aunque el cielo retumbe, la tierra se cimbre, y se derritan los elementos, no necesitan temblar o temer. Si Dios está con ustedes, ¿quién contra ustedes? (Véase Romanos 8:31). "¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (Romanos 8:34).

La justificación enlista los atributos divinos a favor de ustedes tanto como si ustedes nunca hubiesen pecado. Imaginen a un santo ángel, enviado a una diligencia de amor a alguna parte distante del universo. Los ojos de Dios lo siguen. Si ve que ese ángel va a ser lastimado, todos los atributos divinos de inmediato lo protegerán y lo sostendrán. Igualmente, todos ellos tienen el compromiso por nuestra protección, apoyo y salvación. Aunque no son ustedes libres de permanecer en pecado y son totalmente indignos del amor de Dios, pero si son verdaderamente justificados, el único Dios sabio y eterno está comprometido por la salvación de ustedes. ¿No temblarían o estarían temerosos con un apoyo así?

Si un gobierno humano indulta a un criminal, se compromete entonces a protegerlo como un sujeto--tanto como si nunca hubiese cometido un crimen. Así es cuando Dios justifica a un pecador. El apóstol Pablo dice: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 5:1). Dios está de su lado, comprometido como su amigo fiel y eterno.

La justificación del evangelio difiere de la justificación legal en este respecto. Si la ley justifica a un individuo, lo sostiene siempre y cuando permanezca inocente. Si transgrede de nuevo, su justificación pasada no ayudará, pero cuando el evangelio justifica al pecador, eso no sucede: "si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2:1).

Una nueva relación surte efecto. El pecador es sacado del pacto bajo las obras y se le pone bajo el pacto de la gracia. Ya no más retiene el favor de Dios por obediencia absoluta y sin pecado. Si peca, no es aventado de nuevo bajo la ley, sino recibe el beneficio del nuevo pacto. Si es justificado por fe--y así hecho hijo de Dios--recibe el tratamiento de un hijo y es corregido, castigado, humillado y traído otra vez.

 

 

  

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