LA VERDAD DEL EVANGELIO

 CONFORMIDAD A ESTE MUNDO

por Charles G. Finney

 

"No es conforméis a este siglo [mundo]"--Romanos 12:2

Los cristianos no deben rehusar beneficiarse de las artes, las mejoras y los descubrimientos útiles del mundo. Los amigos de Dios no sólo son privilegiados, sino están obligados a servirse de éstos. Tenemos que usar todas las artes y mejoras útiles de la humanidad para el Señor.

Los cristianos, sin embargo, no deben conformarse al mundo en las siguientes cosas: negocios, moda y política. En estas áreas, los cristianos no deben hacer lo que el mundo hace o adoptar sus principios o prácticas. Por ningún motivo vamos a actuar por los mismos motivos o buscar objetivos de la misma manera que hace el mundo.

VER POR UNO MISMO

La primera razón por la que no deben conformarse a este mundo en los negocios es que el principio del mundo es egoísmo supremo. Esto es universalmente cierto. Los negocios mundanos son gobernados y regulados por egoísmo supremo y sin mezcla, sin consideración a los mandamientos de Dios, la gloria de Dios, o el bienestar del hombre.

Los negocios del mundo consultan su propio interés y buscan su propio beneficio, no el beneficio de aquellos con los que tratan. ¿Quién ha oído de un hombre mundano de negocios hacer negocios por el beneficio de aquellos con quienes trata? Siempre es para su beneficio.

A los cristianos se les requiere actuar exactamente opuesto a los principios de negocios mundanos: "Ninguno busque su propio bien, sino el del otro" (2 Corintios 10:24). Se les requiere imitar el ejemplo de Jesucristo. ¿Hizo alguna vez tratos para su propio provecho? ¿Pueden sus seguidores adoptar principios del mundo que contengan en ellos las semillas del infierno?

La conformidad al mundo es totalmente inconsistente con el amor de Dios y el hombre. Todo el sistema reconoce sólo el amor al yo. Vayan por todas las clases de hombres de negocios, desde el hombre que vende dulces en la acera hasta el gran comerciante mayorista en los Estados Unidos, y encontrarán esta máxima--vean por uno mismo. La norma es hacer, en tanto las reglas de la honestidad lo permitan, todo eso que fomente su propio interés sin importar el interés de otros.

Los impíos no negarán que todos éstos son los principios por los cuales se hace negocio en el mundo. El hombre que busca este curso es universalmente considerado como hacer negocio sobre los principios de negocios.

¿Son estas reglas de conducta consistentes con la santidad, el amor a Dios y el prójimo, el espíritu del evangelio, o el ejemplo de Jesucristo? ¿Puede un hombre conformarse al mundo en estos principios y aún amar a Dios? ¡Imposible! No podrían ser estas dos cosas más opuestas.

¿Qué ejemplificó el Espíritu de Jesús en la tierra? Era la negación de uno mismo, la benevolencia y el sacrificio de él mismo por los demás. Exhibió el mismo Espíritu que Dios exhibe, quien gratifica su corazón benevolente en hacer el bien a otros. La fe del evangelio es ser como Dios, gozosamente negar el yo para hacer el bien. Ésta es la máxima del evangelio: "Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35).

PRINCIPIOS BÍBLICOS DE NEGOCIOS

"No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros" (Filipenses 2:4). En contraste a este versículo, el hombre de negocios del mundo dice: "Vean por uno mismo". Esta máxima fue hecha por hombres que saben y les importa no más por evangelio de lo que los impíos les importa y saben. ¿Por qué los cristianos se conforman a un principio como ese?

Para conformarse al mundo en la búsqueda de negocios es una contradicción absoluta de las confirmaciones que los cristianos hacen cuando entran a la Iglesia. ¿Qué votos hacen cuando entran a la Iglesia? ¿Acaso no es renunciar al mundo y vivir para Dios, ser llevados por el Espíritu Santo, poseer amor supremo para Dios, renunciar al yo, darse uno mismo para la gloria de Dios y hacer el bien a los hombres? Ustedes no profesen el amor al mundo, sus honores o sus riquezas. A la mesa de comunión, con sus manos sobre el cuerpo partido de su Salvador, confiesan estos ser sus principios y jurar que ustedes viven por ellos.

Entonces, ¿qué hacen? ¿Se van y siguen las reglas inventadas por hombres, que aman al mundo y cuyo objetivo establecido es ganar al mundo? Si es así, ¡arrepiéntase! Han jurado ante Dios un curso distinto, y cuando buscan los principios de negocios del mundo, muestran que son perjuros desdichados.

La conformidad al mundo es una obvia contradicción de principios del evangelio tal que los pecadores no pueden entender su verdadera naturaleza y objeto. El objeto del evangelio es levantar hombres por encima del amor e influencia del mundo y ponerlos en un lugar más elevado. Cuando los pecadores ven a cristianos profesantes que actúan sobre el mismo principio como otros hombres, ¿cómo pueden entender los verdaderos principios del evangelio o saber lo que es la mentalidad celestial, negación de uno mismo?

Este espíritu de conformidad al mundo ya ha acabado con el amor de Dios de la Iglesia. Muéstrenme a un recién convertido, mientras su corazón está cálido y el amor de Dios brilla al salir de sus labios. ¿Qué le importa el mundo? Llamen su atención a él, señálenle sus riquezas y honores, y traten que lo busque--aborrecería el pensamiento.

Entonces, si va y se mete en negocios sobre los principios del mundo por un año, ya no más encontrarán el amor de Dios brillando en su corazón. Su fe se volverá la religión de conciencia. Seca, exigua, y sin influencia, no tendrá el amor resplandeciente de Dios moviéndolo a actos de benevolencia.

La conformidad al mundo en los negocios es una de las más grandes piedras de tropiezo para convertir a pecadores. ¿Qué hacen los impíos cuando ven a los cristianos profesantes fingiendo creer lo que la Biblia enseña y sin embargo están tan ansiosos como cualquiera de hacer los mejores negocios y tratos tan duro como la mayoría de los mundanos? Dicen: "Veo a estos cristianos hacer lo mismo que hacemos, viendo por sí mismos".

Éstas no son acusaciones falsas. Muchos cristianos van en pos del mundo en el mismo espíritu, por las mismas máximas, y al mismo grado que hacen los impíos. El mundo dice: "¡Vean a la Iglesia! No creo que sea mejor que yo. Son tan impíos como yo".

Si los cristianos profesantes actúan sobre los mismos principios como los hombres mundanos, tendrán la misma recompensa. Serán puestos en el libro de los recuerdos de Dios como hipócritas que fingieron ser sus amigos. Pues cualquiera que ama al mundo es enemigo de Dios. (Véase Santiago 4:4).

Si los cristianos voltearan las mesas e hicieran negocio sobre los principios del evangelio, sacudirían al mundo. Sonaría cada vez más fuerte que un trueno. Si los impíos pudieran ver a los hombres cristianos de negocios preocupados con buscar no su propia riqueza sino la riqueza de cada persona, sin poner ningún valor en el mundo, no más allá de lo que puede ser un medio para glorificar a Dios, ¿cuál creen que sería el efecto?

¿Qué efecto tuvo en Jerusalén cuando los primeros cristianos rindieron sus negocios y se volvieron en masa para ir en pos de la salvación del mundo? Unos cuantos pescadores ignorantes y unas cuantas mujeres humildes pusieron al mundo de cabeza. Si la iglesia viviera ahora, cubriría al mundo con confusión y los abrumaría con convicciones de pecado. La infidelidad escondería su cabeza, la disensión sería echada de la iglesia, y este espíritu fascinante y bendito iría por todo el mundo como la olas de océano.

CUANDO REINA EL ORGULLO

El mundo de la moda está directamente en guerra con el espíritu del evangelio. ¿Qué es ir en pos de cosas mundanas si no es seguir las modas del mundo que continuamente fluctúan en sus formas? Muchos hombres ricos creen que no les interesa la moda. Están ocupados con sus negocios, y confían en sus sastres, pero si les hicieran un traje pasado de moda, verán que a los pudientes sí les importan las modas.

Aunque sus pensamientos no son mucho sobre las modas, tienen un objeto más alto a la vista. Lo creen por debajo de la dignidad de un ministro predicar sobre la moda. Pasan por el alto el hecho de que con la mayoría de los hombres la moda lo es todo. Mucha gente no es rica y nunca esperará que lo sea, pero trata de tener una apariencia respetable. Nueve décimas de la población ven al mundo y siguen sus modas. Por esto tensan cada nervio. Y esto es por lo que ponen sus corazones y viven.

El rico se engaña a sí mismo, por tanto, si supone que la moda es algo insignificante. La mayoría de la gente pone su mente en ella. Lo que buscan en la vida es tener su vestimenta, cabello, muebles, carro, etc., como de la demás gente--respetable, como le llaman.

Cuando la gente ingresa a la Iglesia, profesan dejar el espíritu que hace surgir la moda. Profesan renunciar a las vanidades del mundo, arrepentirse de su orgullo, seguir al Salvador dócil y modesto, y vivir para Dios. Y ahora, ¿qué hacen? Nada los satisfará que no sea la estatura de la moda.

¿Qué yace al fondo de este escenario cambiante? ¿Qué produce todas estas muestras llamativas y exhibición? Es el amor al aplauso. Cuando los cristianos siguen los cambios de la moda, pronuncian todo eso inocente. El desperdicio de dinero, tiempo y pensamiento, alimentar y atesorar la vanidad, y el amor al aplauso es aprobado por la Iglesia cuando se conforma al mundo.

Como los impíos, muchos cristianos profesantes muestran que aman al mundo por su conducta. Dan evidencia de que son motivados por un principio: el amor por la moda. Cuando "los cristianos" hacen eso, aman la admiración y adulación. ¿Acaso no es esto inconsistente con el principio cristiano de seguir esas cosas que son puestas por el orgullo, la moda y el deseo de los impíos?

MAYORDOMOS DE LA REPUTACIÓN

Conformarse al mundo en la moda muestra que ustedes son responsables ante Dios por la forma que gastan dinero. Prácticamente repudian la mayordomía de su riqueza. Al gastar dinero para gratificar su propia vanidad y deseo, quitan el filo agudo de la verdad que debe cortar a los pecadores en dos. ¡Prácticamente niegan que la tierra es del Señor!

El clamor viene a nuestros oídos en cada viento de los perdidos de todas las naciones: "Vengan a ayudarnos, vengan a ayudarnos". Cada semana viene el mismo llamado por panfletos y Biblias de misioneros. Si escogen gastar dinero en seguir las modas, es obvio que la reputación es su ídolo.

Tomen el caso de una mujer cuyo esposo ha muerto. Allí está, esforzándose y ahorrando, levantándose temprano y descansando tarde. Come el pan del cuidado porque el padre de sus hijos está muerto. Vayan a esa mujer y díganle que es inocente para que ella siga las modas y se vista como sus vecinos-- ¿lo hará? ¿Por qué no? No quiere hacerlo. Apenas compra lo que necesita porque está muy dedicada en criar a sus hijos.

Supongan a una persona ama a Dios, las almas de los hombres, y el Reino de Cristo--¿acaso necesita una orden directa de Dios para prevenirla de gastar dinero y desperdiciar su vida en seguir la moda? No; en lugar de eso, probablemente necesitará una orden de tomar lo que necesita para su propio consuelo y sostén de su vida.

Tomen el caso de Timoteo. ¿Necesitó una prohibición para detenerlo de consentir el vino? Al contrario, fue tan cauteloso que requirió la orden expresa de Dios de tomar un poco de vino como medicina (Véase 1 Timoteo 5:23).

Muchos cristianos han seguido el mundo de la moda tan cerca que Dios parece haberlos entregado al diablo para la destrucción de la carne. Tienen poco o nada de sentimiento religioso, ni espíritu de oración, y ningún celo para la gloria de Dios o conversión de los pecadores. El Espíritu Santo parece haberlos dejado.

Cuando los ancianos y líderes en una iglesia son cristianos a la moda, arrastran a la iglesia junto con ellos hacia un tren de moda. Una vez que una cristiana rica llega a la casa de Dios muy a la moda, toda la iglesia está tentada a seguirla como puedan.

Supongan a un alcohólico reformado que se rodea de vino, brandy y aguardiente, y de vez en cuando prueba un poco--¿no se está tentando él mismo? O imaginen a una mujer que ha crecido en un espíritu de orgullo y alarde, pero es reformada. Si mantiene su guardarropa y sigue las modas, el orgullo la arrastrará de vuelta tan seguro como vive. Se tienta a sí misma para pecado y locura.

Al seguir las modas, están ustedes poniendo al mundo en una búsqueda feroz y candente de estas cosas. Las mismas cosas que el mundo ama y están seguros de tener escrúpulos al respecto, los cristianos profesantes caen y siguen. De ese modo tientan ustedes al mundo para seguir en la búsqueda de lo que destruirá sus almas en el infierno.

Cuando siguen las modas, abren su corazón al diablo. Lo mantienen para ustedes--vacío, barrido y decorado. Cada mujer u hombre que sigue las modas puede confiar en ello: están ayudando a Satanás para tentarlos de orgullo y pecado.

Si los cristianos profesantes mostraran su desprecio por estas cosas y no las siguieran o consideraran, ¡avergonzaría y convencerían al mundo que nos estamos esforzando para Dios y la eternidad! ¡Cuán irresistible sería! ¡Qué testimonio aplastante a favor del cristianismo! ¡Qué truenos caerían en los oídos del mundo para despertarlos y seguir a Dios!

ELIGIENDO CANDIDATOS PIADOSOS

Los cristianos no deben conformarse al mundo en política. La política del mundo es totalmente deshonesta. La norma de cada partido es tapar los defectos de su propio candidato y las buenas cualidades de candidato de la oposición. ¿No es esto deshonesto? Cada partido sostiene a su candidato como una pieza de perfección y busca llevarlo al puesto por cualquier medio, limpio o sucio. Ningún hombre dedicado a un partido puede ser enteramente honesto. ¿Puede un cristiano hacer eso y mantener una conciencia tranquila?

Al caer en el mundo de la política, los cristianos son culpables de poner reglas en ellos (por su propio voto) que no temen o aman a Dios y que desafían la ley de Dios. Algunos políticos rompen el Día del Señor, cometen adulterio, pelean, y maldicen profanamente, y dejan las leyes sin ejecutar. ¡Los cristianos los ponen en sus cargos! Cuando los partidos se dividen, como en este país, hay suficientes cristianos para inclinar la balanza en cualquier elección.

Al seguir el presente curso de política, están ayudando a socavar todo el gobierno y orden en el país. Esta gran nación se tambalea porque las leyes son quebrantadas y pisoteadas y el poder ejecutivo rehúsa actuar. Ya sea que los políticos no quieren actuar para acabar con el desorden o hacen concesiones y dejan al diablo gobernar. Ésta es la regla en todas las partes del país y en todos los partidos. ¿Puede un cristiano ser consistente con su profesión de fe y todavía votar por hombres como esos? ¿Qué mayor piedra de tropiezo podemos poner ante los pecadores?

Con razón el mundo tiene tiempos difíciles en creerles a "candidatos cristianos". Yo mismo a menudo dudo si muchos de ellos creen la Biblia. Muestran, como lo enseña la evidencia, que no hay cambio de corazón.

¿Qué es el cristianismo? ¿Es ir a la mesa de comunión una vez al mes y a veces a una reunión de oración? ¿Es un cambio de corazón? El mundo sería tonto en creer en un cambio de corazón con una evidencia así.

Si los cristianos actuaran perfectamente concienzudos y consistentes en este asunto, dirían: "No votaremos por ningún hombre a menos que tema a Dios y gobierne a la gente con rectitud". Entonces los impíos no nominarían a candidatos que se disponen a ir en contra de la ley. Cada candidato no estaría obligado a mostrar que estaba preparado a actuar por motivos más elevados. Entonces, se esforzaría por hacer a este país próspero, promover la virtud, dejar el vicio, la opresión y el desorden. Tendría que hacer todo lo que pudiera hacer feliz y santa a la gente. Avergonzaría a los políticos deshonestos para mostrar que el amor de Dios y el hombre es el motivo que los cristianos tienen en la mira. ¡Qué bendita influencia fluiría por el país!

Si tuviéramos un ministro santo, sería mucho más importante que un ministro con educación. Si los ministros fueran santos, no necesitarían mucha educación. No es mi intención devaluar un ministro con educación. Dejen que los ministros se eduquen tanto como puedan--mientras más lo sean, mejor, siempre y cuando sean santos.

Pero supongan que sea una farsa que la educación pudiera convertir al mundo. Dejen que los ministros tengan el espíritu de oración, y que el bautismo del Espíritu Santo esté sobre ellos. Entonces, ellos propagarán el evangelio. Si los cristianos vivieran como debieran, la Iglesia sacudiría al mundo. El reporte llenaría cada viento, hasta que la tierra estuviese llena de entusiasmo e búsqueda. Las conversiones se multiplicarían como gotas de rocío matutino.

¡APARTAOS!

Los cristianos deben ser únicos. Son llamados a ser gente peculiar, esencialmente diferente del resto de la humanidad. Argumentar que no somos únicos es mantener que estamos conformados al mundo. Esto es directamente opuesto al mandamiento en el texto.

Mientras más cerca lleven a la Iglesia del mundo, mas aniquilarán las razones de cambiar de bando y llegar a Cristo. A menos que se separen de ellos y muestren que no son uno de ellos en ningún sentido, ¿cómo podrán hacer sentir a los impíos que es necesario un gran cambio? El cambio que es necesario es un cambio de corazón.

Mucha gente puede argumentar que si los cristianos van a separarse, entonces la gente estará descontenta y se adaptará del todo. Esto trata de ser tan razonable como sería un sobrio emborracharse ahora y luego evitar ofender a los alcohólicos o retener su influencia sobre ellos. La gente debe ver en las vidas de los cristianos que han dejado el amor al mundo y su orgullo. Debemos vivir vidas santas en vigilancia, negación de uno mismo, y benevolencia activa.

Su corazón no será recto a menos que su conducta sea recta. ¿Qué es la conducta exterior más que el actuar del corazón? Si el corazón de ustedes es recto, no querrán seguir al mundo.

Al no conformarse al mundo, se ahorraría mucho tiempo para hacer el bien que ahora está consumido o desperdiciado al unirse para ir en pos del mundo. Al mismo tiempo, los cristianos preservarían su tranquilidad de conciencia, disfrutarían la comunión con Dios, tendrían espíritu de oración y poseerían mucha más utilidad.

¡Algo tiene que hacerse! Ustedes dicen que quieren tener pecadores convertidos, pero ¿de qué ayuda si se hunden de nuevo en conformidad al mundo? Me llena de dolor la conducta de la Iglesia. ¿Cuáles son los resultados de los avivamientos gloriosos que hemos tenido? Creo que fueron avivamientos y derramamientos genuinos del Espíritu Santo, ¡aun así muchos convertidos son una deshonra para el Señor!

Una iglesia santa crucificada al mundo haría más para promover el cristianismo que todas las iglesias en el país, viviendo como lo hacen ahora. Si tuviera la fuerza de ir por las iglesias, predicaría para llevarlos al estándar del evangelio de vida santa. ¿De qué sirve convertir a pecadores, hacerlos cristianos como esos? ¿De qué sirve tratar de convertir pecadores y hacerles sentir que hay algo en la religión y entonces por la conformidad al mundo de ustedes prueban que no hay nada en ella?

¿Dónde buscará el Señor una iglesia--como al primera Iglesia--que se separe y sirva a Dios?

¿Creen que Dios ordena que no se conformen al mundo? ¿Lo creen? ¿Y los reto a que lo obedezcan, sin importar lo que diga la gente de ustedes? ¿Se separarán ustedes mismos del mundo y nunca más serán controlados por sus principios y prácticas? ¿Lo harán?

 

 

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