LA VERDAD DEL EVANGELIO

AMOR CRISTALINO INFALIBLE

Por Charles G. Finney

 

"El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor" --Romanos 13:10.

Las dos formas principales de amor cristiano son la benevolencia y complacencia. La benevolencia es una afección de la mente o un acto de la voluntad que desea promover la felicidad de su objeto. La benevolencia debe ejercerse hacia todos los seres, sin importar su carácter moral. La complacencia se debe sólo al bien y santidad.

El amor puede existir ya sea como un afecto o como una emoción. Cuando el amor es un afecto, es voluntario y consiste en el acto de la voluntad. Cuando es una emoción, es involuntario. No están directamente dependientes de la voluntad o controlados por un acto directo de la voluntad. La virtud del amor es en su mayoría en la forma de una afección. La felicidad del amor es en su mayoría en la forma de una emoción. Si la afección del amor es fuerte, produce un alto grado de felicidad, pero la emoción del amor santo es a sí misma felicidad.

ESCOGER AMAR

La emoción de amor es involuntaria. No quiero decir que la voluntad no tiene que nada que ver con eso, sino que no es el resultado de un mero o directo acto de la voluntad. Ningún hombre puede ejercer la emoción de amor por meramente quererla. Y las emociones puede con frecuencia existir pese a la voluntad. Las personas con frecuencia sienten emociones impropias surgiendo en las mentes y tratan de desaparecerlas por esfuerzos directos de la voluntad. Encontrado eso imposible, concluyen que no tienen control de esas emociones.

Mas las emociones pueden siempre ser controladas por la voluntad en una forma indirecta. La mente puede llevar cualquier tipo de emoción que escoja por la atención directa de un objeto propio. Con seguridad surgirán en proporción a la atención fijada en ella, siempre y cuando la voluntad esté correcta tocante al objeto. Así, la mente puede deshacerse de emociones impropias o desagradables al poner la atención enteramente lejos del objeto y no dejar que los pensamientos moren en ella.

Por lo regular, las emociones de amor hacia Dios son experimentadas cuando ejercemos amor hacia él en la forma de afección, pero no siempre es el caso. Podemos ejercer el bien hacia cualquier objeto, pero a veces no sentimos ninguna emoción apropiada de amor. No es seguro que Jesús ejerciera amor emocional hacia Dios en todo momento. Una persona puede ejercer afecto y ser guiada y gobernada por ella en todas sus acciones sin emoción sentida.

Un esposo y padre puede trabajar por el beneficio de su familia, teniendo su vida controlada por el afecto hacia ellos. Puede no sentir emociones apropiadas de amor por ellos en el momento. Su trabajo puede ocupar su mente tanto que apenas piense en ellos. Puede no sentir emoción hacia ellos, pero es guiado y gobernado por la afecto a ellos. De nuevo, una afección es un acto de la voluntad o volición.

El amor a nuestros semejantes naturalmente implica la existencia de Dios, y amar a Dios naturalmente implica amar a nuestros semejantes. "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Romanos 13:8-9).

Amar a nuestros semejantes implica la existencia de Dios; de otro modo, no podría decirse "el que ama al prójimo, ha cumplido la ley". Santiago reconoció el mismo principio cuando dijo: "si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis" (Santiago 2:8). Aquí amar a nuestro prójimo se refiere a la obediencia a toda ley. La benevolencia, o la buena voluntad a nuestros semejantes, naturalmente implica amar a Dios. Del mismo modo el amor de la complacencia hacia los seres santos naturalmente implica amar a Dios, que es un ser de infinita santidad.

Todo lo que requiere Dios del hombre consiste en amor, en varias modificaciones y resultados. (Véase Miqueas 6:8). El amor es la suma total de todo. Las escrituras plenamente enseñan que el amor es la suma total de toda la ley y los profetas. (Véase Mateo 22:37-40). Implica e incluye todo lo que requieren las escrituras, la ley, y el evangelio.

EL PERFECTO AMOR DE DIOS

Dios es amor y amor es ser como Dios, y ser perfecto en amor es ser perfecto como Dios es perfecto. Todos los atributos morales de Dios consisten en amor, que actúan bajo ciertas circunstancias y para ciertos fines. La justicia de Dios en castigar a los malvados, su ira por el pecado, etc., son sólo ejercicios de su amor para la felicidad general de su Reino.

Todo lo que es bueno en el hombre es alguna modificación del amor. El odio al pecado es sólo amor de virtud que actúa oponiéndose a lo que se opone a la virtud. La verdadera fe implica e incluye amor, y la fe que no tiene amor en ella o que no opera por amor no tiene parte en el cristianismo. La fe cristiana es una confianza afectuosa en Dios.

Un tipo de fe en Dios no tiene amor en ella. El diablo tiene ese tipo de fe. El pecador convicto la tiene, pero no hay virtud en ella. La fe puede incluso elevarse a la fe de milagros, pero si no hay amor en ella, equivale a nada. El apóstol Pablo, en el capítulo trece de 1 de Corintios, dijo: "Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy" (1 Corintios 13:2).

El arrepentimiento que no incluye amor no es arrepentimiento para con Dios. El verdadero arrepentimiento implica obediencia a la ley del amor y, como consecuencia, oposición al pecado.

El grado más alto de emoción no es esencial para el amor perfecto. El Señor Jesucristo muy pocas veces tuvo el grado más alto de emoción, pero siempre tuvo amor perfecto. Generalmente manifestó muy poca emoción o excitación. La excitación siempre equivale a la fuerza de las emociones. El Salvador generalmente permaneció notablemente calmado. A veces su indignación fue fuerte o su dolor abrumador, y a veces se regocijó en el espíritu, pero por lo regular estaba calmado y no manifestó alto grado de emoción. La emoción del amor en un grado alto no es plenamente esencial para el amor perfecto.

El crecimiento de la mente en conocimiento naturalmente implica crecimiento en amor. El Señor creció en estatura y favor con Dios y el hombre. En tanto crecía en conocimiento, crecía en amor hacia Dios y en favor con Dios. Su amor era perfecto cuando fue niño, pero fue mayor cuando se volvió hombre. Como ser humano, Jesús probablemente continuó para aumentar en el amor a Dios mientras vivió. Puede ser lo mismo con todos los santos en la gloria--su amor perfecto aumentará por toda la eternidad.

En amor perfecto, el amor no puede siempre ejercerse a todos los mismos individuos. No pueden pensar en todos que conocen de inmediato. El grado de amor hacia un individuo depende del hecho que está presente en los pensamientos.

El espíritu de oración no es siempre esencial para el amor puro y perfecto. Los santos en el cielo tienen un amor puro y perfecto para todos los seres, pero no sabemos si tienen el espíritu de oración para cualquiera. Pueden amar a cualquier individuo fuertemente pero no tener el espíritu de oración por él. El Espíritu de Dios no puede llevarlos a orar por su salvación. Jesucristo dijo expresamente que no oró por toda la humanidad: "no ruego por el mundo" (Juan 17:9).

Esto ha sido un gran error en cuanto a la oración. Algunos suponen que los cristianos no han cumplido su deber si no han orado en fe por cada pecador en el mundo. Entonces Jesucristo nunca cumplió su deber. Dios nunca nos ha dicho que va a salvar a toda la humanidad y nunca nos dio una razón para creer que lo hará. ¿Cómo entonces podemos orar en fe por la salvación de todos? ¿En qué tiene que descansar esa fe?

LA EVIDENCIA DEL AMOR PERFECTO

La excitación agota nuestros poderes. Aunque uno puede sentirse como más que acostarse y dormir que el orar, su amor puede aún ser perfecto. El Señor con frecuencia sintió este agotamiento y fatiga.

Si el amor perfecto va a reinar, no tiene que haber nada inconsistente en la mente con el amor--ningún odio, malicia, ira, envidia, o cualquier otra emoción negativa que sea inconsistente con él. Todas nuestras acciones, palabras, y pensamientos tienen que estar continuamente bajo el control completo y perfecto del amor.

En amor perfecto, el amor a Dios es completamente supremo, tan enteramente por encima de todos los otros objetos que nada más es amor en comparación. Dios es amado por la excelencia de su carácter.

El amor a nuestro prójimo debe ser igual. Su interés y felicidad deben ser consideradas por nosotros como de igual valor con el nuestro, y él y sus intereses deben ser tratados como corresponde por nosotros.

El perfecto amor a Dios y el hombre creará ciertamente deleite en la negación de uno mismo por causa de promocionar los intereses del Reino de Dios y la salvación de los pecadores. Los padres afectuosos se deleitan en la negación de sí mismos por causa de promover la felicidad de sus hijos. Un padre amoroso trabaja año con año, levantándose temprano y comiendo el pan con cuidado para promover el bienestar de su familia. Considera toda su negación de sí mismo y trabajo no como doloroso o una carga, sino como un deleite por el amor a su familia.

Los padres amorosos se regocijan más en regalos a sus hijos que el disfrutar ellos las mismas cosas. ¿Qué padre no disfruta dar un pedazo de fruta a su hijito más que comerlo él mismo?

El Señor Jesús disfrutó más satisfacción sólida por ocuparse de la salvación por la humanidad que cualquiera de sus santos pudiera alguna vez disfrutar de recibir favores en las manos de él. Testifica él que es más bendición dar que recibir (Véase Hechos 20:35). Éste fue el gozo puesto ante él por el cual sufrió la cruz y menospreció el oprobio. Su amor por la humanidad fue grande y lo limitó a emprender esta obra y sostenerlo triunfantemente a través de ella.

El apóstol Pablo no lo consideró dolor el ser perseguido de un lugar a otro, preso, despreciado, apedreado, y desechó todas las cosas por causa de propagar el evangelio y salvar almas. Fue su gozo. El amor de Cristo tanto lo constriñó a él que fue su deleite más alto ponerse en el altar como un sacrificio.

Otros individuos han tenido la misma mentalidad como el apóstol. Estarían dispuestos a vivir el fin de los tiempos si pudieran hacer bien, promover el Reino de Dios y salvar las almas de los hombres.

El amor perfecto lleva a una persona a obedecer a Dios no porque tema la ira de Dios o espere ser recompensado, sino porque ama a Dios y le encanta hacer su voluntad. Dos extremos existen en este asunto. Una clase hace de la virtud que consista en hacer bien simplemente porque está bien, sin ninguna referencia a la voluntad de Dios o influencia de su amor. Otra clase hace la virtud que consista en actuar por amor al trabajo, sin referencia a la autoridad de Dios como el Regidor y Legislador. Ambos están en error.

Hacer algo simplemente porque uno cree que está bien no es virtud. Ni tampoco es virtud hacer algo porque a uno le encanta hacerlo, sin ninguna consideración a la voluntad de Dios. Una mujer puede hacer algo porque sabe que le agradará a su esposo, pero si hiciera lo mismo porque le encanta a ella hacerlo, sin consideración a su esposo, no sería virtuoso en lo que respecta a su esposo. Si una persona ama a Dios, tan pronto conoce la voluntad de Dios, lo hará porque es la voluntad de Dios. El perfecto amor lleva a la obediencia universal para hacer la voluntad de Dios en todas las cosas porque es su voluntad.

MORIR AL MUNDO

La persona que ejerce amor perfecto estará muerta al mundo. Cortará la influencia de consideraciones mundanas. El amor perfecto aniquilará tanto el egoísmo que esta persona no tendrá voluntad más que la voluntad de Dios y ningún interés más que la gloria de Dios.

Una esposa amorosa dejará a sus amistades como si estuviera muerta para ellas y no tendrá ninguna consideración de lo que digan. Dejará todas las riquezas, honores, y deleites que le puedan ofrecer para unirse a su esposo y vivir con él en pobreza, desgracia o exilio. Su afección es tan grande que gozosamente irá de un palacio a una cueva y será perfectamente feliz. Y todo lo que sus amistades podrán decir en contra del hombre de su afecto sólo la hará estar más cerca de él.

Este afecto absorbente ha de hecho matado todas las influencias que actuaban en ella. Es en vano intentar influenciarla por tales cosas. Sólo una avenida puede aproximarse a su mente, y sólo una clase de motivos la mueven--y esto es a través del objetivo de su afecto.

El perfecto amor de Dios opera en la misma forma. Una mente llena de amor perfecto es imposible que se desvíe de Dios. Quítenle a él todas sus posesiones mundanas, amistades, buen nombre, o hijos, envíenlo a prisión, denle latigazos, pongan leña a su carne y préndanle fuego, y luego déjenlo con su Dios y es feliz. Su fuerte afecto lo puede hacer insensible a todo lo demás. Es como si estuviera muerto al mundo.

Se han sabido casos de mártires que, mientras sus cuerpos se estaban quemando en la hoguera, estaban tan perfectamente felices en Dios que perdieron el sentido del dolor. Pongan a tal en el infierno, en el lago de azufre y fuego, y, mientras el amor de Dios llene su alma, es feliz.

Hemos todos testificado u oído de clases de afectos donde una persona vive sólo por un objeto amado. A veces los padres viven por un solo hijo, y cuando éste muere, desean ellos mismos la muerte. A veces un esposo y esposa tienen tal afecto absorbente por uno al otro que no viven por nada más. Si el esposo muere, la esposa lo añora y muere también. El objeto del alma absorbente por el que ella vive se ha ido y ¿por qué ha de vivir más?

Cuando un individuo está lleno del perfecto amor de Dios, desea vivir sólo para amar y servir a Dios. Está muerto al mundo y su propia reputación. No tiene ningún deseo de vivir por cualquier otra razón--aquí, en el cielo, o en cualquier parte del universo--más que glorificar a Dios. Está dispuesto de vivir donde sea y sufrir por la eternidad si glorificará a Dios.

A menudo oía a un amigo decir: "Nunca pensaría vivir un solo momento por cualquier propósito que el glorificar a Dios, no más del que deba pensar de ir saltando directo al infierno". Esto fue dicho sobria y deliberadamente, y toda su vida correspondió con la declaración. Era inteligente, de mente sobria, y honesto, y no tengo duda que expresó lo que había sido su más plena convicción por años.

¿Qué era eso más que amor perfecto? ¿Qué más hace un ángel en el cielo que esto? Su amor puede ser más grande en grado porque su fuerza es mayor, pero el ángel más alto no podría amar más perfectamente que decir sinceramente: "preferiría saltar hacia el infierno que vivir un momento por algo además de glorificar a Dios". ¿Qué más podría decir Jesús mismo?

EL FRUTO DEL AMOR

El gozo y la paz perfectos son resultados naturales del amor perfecto. Pongan su atención a lo que Pablo dice en el capítulo trece de primera de Corintios. La palabra traducida caridad significa amor: "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo á ser como metal que resuena, ó címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo caridad, nada soy (1 Corintios 13: 1-2, RVA). Puede tener fe suficiente para mover montañas de sus cimientos eternos y sin embargo no tener amor.

"Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve" (1 Corintios 13:3, RVA). Vean cuán lejos puede ir un hombre sin amor.

"El amor es sufrido". La longanimidad es mansedumbre bajo la oposición y daño. Uno de los efectos del amor es soportar grandes provocaciones y no tomar represalia o injuriar. "El amor es benigno" o afectuoso en todas las relaciones, nunca osco, ni grosero, o que cause innecesariamente dolor a cualquiera. "El amor no tiene envidia", nunca desagrada a otros porque se piensa más de ellos, o son más notorios, honrados o útiles, o sabios. "El amor no es jactancioso" de orgullo sino es siempre humilde y modesto (Véase 1 Corintios 13:4).

El amor "no hace nada indebido", sino es naturalmente agradable y cortés hacia todos. No obstante cuán ignorante pueda ser la persona con las formas de la sociedad, si es motivado por el amor perfecto, es natural para él ser amable, gentil y cortés. El amor "no busca lo suyo" o no tiene egoísmo, y "no se irrita" con facilidad. Esto siempre es el efecto del amor. Una madre amorosa tiene hijos porque los ama (Véase el versículo 5). Si ven a un individuo que fácilmente vuela hacia una pasión cuando cualquier cosa sale mal, no está en amor perfecto. Ser fácilmente provocado es siempre una señal de orgullo. Si una persona está llena de amor, es imposible que ejerza enojo pecaminoso mientras el amor continúa. Ejerce tal indignación como Dios ejerce a lo que está mal y es vulgar, pero no será provocado por el enojo.

El amor "no se irrita" (versículo 5). Muéstrenme a un hombre que siempre sospecha de los motivos de otros, siempre criticando las palabras y acciones de su prójimo, y les mostraré a uno que tiene el diablo en él, no el Espíritu Santo. Si un individuo es honesto y de corazón simple, será el último en pensar mal de otros. Al contrario, tales personas son con frecuencia fáciles que se aprovechen de ellas. No por falta de buen sentido, sino del efecto del amor. No sospechan maldad.

El amor "no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad" (versículo 6). Un hombre que se alegra porque cae su prójimo, o que clama: "te lo dije", está lejos de estar en amor perfecto.

El amor "todo lo sufre", todas las injusticias e injurias, sin venganza. El amor "todo lo cree" en vez de dudar lo que está a favor de otros, siempre listo para creer bien donde hay menos evidencia de ello. El amor "todo lo espera", incluso donde hay una razón para sospechar maldad. Siempre que haya lugar para la esperanza, el amor pone la mejor construcción sobre las cosas que llevará (versículo 7).

"El amor no hace mal al prójimo" (Romanos 13:10). ¡Ningún mal! El amor perfecto nunca se excede, defrauda, oprime, o hace algún mal al prójimo. ¿Cómo un hombre que odia o lastima a su prójimo intenta amara a Dios?

Santiago dice, "Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana" (Santiago 1.26). El hombre que profesa el cristianismo, pero se permite hablar en contra de su prójimo con una lengua irrefrenable se engaña a sí mismo si cree que ama a sus semejantes como a sí mismo.

EL VERDADERO CELO CRISTIANO

La gente con frecuencia intelectualmente entiende sobre el Señor y puede compartirlo con otros mientras es claro que no están motivados por el espíritu de amor. No tienen la ley de la amabilidad en sus labios.

Las personas que tienen gran conocimiento religioso y celo, sin amor, son poco amorosos y peligrosos. Siempre son censuradores, orgullosos, impetuosos y altivos. Pueden dar una fuerte impresión, pero no producen cristianismo verdadero. Les afecta a ustedes celosamente pero no bien.

Si la luz en la mente de un hombre se acompaña de amor, su celo no será sectario en su carácter. Muéstrenme a un hombre lleno de celo hacia aquellos que no pertenecen a su denominación, y he ahí a un hombre lejos del amor perfecto.

El verdadero amor nunca es denunciatorio o áspero. Si tiene la ocasión de hablar de las faltas de otros, lo hace con amabilidad y tristeza. El amor perfecto no puede hablar de una manera osca o abusiva, ni de otros o ni a otros. No pondrá gran énfasis en las ceremonias de religión o será escrupuloso sobre medidas o formas particulares. Muchos contienden ferozmente por o en contra de ciertas cosas, pero si están llenos de amor, no lo harían.

El celo gobernado por el amor perfecto no pasará en sí mismo contendiendo por o en contra de cualquier forma en religión. El amor lleva a poner énfasis en los fundamentos del cristianismo. Se apega a los cristianos de corazón cálido, sin importar su denominación y se deleita en asociarse con ellos.

El verdadero celo cristiano nunca está lleno de controversia. Encuentren a un hombre que asista a las reuniones eclesiásticas y que entre en todas las discusiones del día, y ese hombre no está lleno de amor. Para una mente llena de amor santo, es excesivamente doloroso ver a los ministros dividiéndose en partidos y esforzarse por el control. Encuentren a una persona que ama la controversia en el periódico, y no es de amor. Si estuviera, preferiría ser abusado, injuriado, calumniado que defenderse a sí mismo o contestar. En lo posible, viviría en paz con todos los hombres.

Mucho de lo que pasa para las obras del cristianismo es constreñido por causas e influencias externas. A menos que el amor sea la fuente principal, no importa lo que la acción externa pueda hacer--orar, alabar, dar, o cualquier otra cosa--no verdad en él. Mucha excitación que pasa por el cristianismo no tiene amor.

Las excitaciones religiosas sin fundamento en el espíritu de amor no son verdaderos avivamientos. La gente puede excitarse y apresurarse con gran muestra de celo y alboroto, pero aún no tienen ternura del espíritu.

Conocí a un joven que reconocía que su objetivo era hacer enojar a la gente. Pensaba que los llevaba a estar condenados y a su conversión. Y pudo ser así si iba y expresaba blasfemias horrendas hasta que estaban ellos espantados en una consideración del propio carácter de ellos, pero ¿quién defendería esa conducta con base en que ocasionalmente alguien se salvaba?

Si el carácter del avivamiento es ira, mezquindad, dureza, no es cristianismo. No quiero decir que cuando algunos o muchos están "llenos de ira" es evidencia segura de que no hay avivamiento, sino ciertamente no son cristianos aquellos llenos de celo, amargura y mezquindad.

CUANDO EL AMOR REINA

Si el amor no es el rasgo regidor en el carácter de una persona, no está verdaderamente convertida. No obstante cuán bien parezca en otros respectos, y no importa cuán claras sus posturas o profundos sus sentimientos sean, si no tiene el espíritu de amor para Dios y el hombre, está engañada.

Vendrá el momento cuando no haya nada para lastimar o destruir, y el espíritu del amor prevalecerá universalmente. ¡Qué cambio en la sociedad! ¡Qué cambio en todos los métodos de hacer negocio y en todas las relaciones de la humanidad! ¡Cada hombre amará a su prójimo como a sí mismo y buscará el bien de otros como el suyo! Si pudiera uno de los santos que viven ahora volver a visitar la tierra en ese día, no conocería el mundo--todo sería alterado. Exclamaría: "¿Es posible que sea esta misma tierra que estaba llena de pleito, opresión y fraude?

El Señor Jesucristo está trabajando para llevar a todos los hombres bajo la influencia del amor. ¿Acaso no es esto un objetivo digno? Vino a destruir las obras del diablo, y ésta es la manera de hacerlo. Supongan que el mundo estuviera lleno de tales hombres como Jesucristo fue en su naturaleza humana. Compárenlo con lo que es ahora. ¿No sería un cambio así digno del Hijo de Dios? ¡Qué glorioso fin, llenar la tierra de amor!

El cielo es amor--amor perfecto. Es fácil ver lo que hace el cielo en la tierra en aquellos que están llenos de amor. ¡Qué dulce su temperamento, qué comparaciones encantadoras, qué bendición vivir cerca de ellos y asociarse con ellos! ¡Están llenos de sinceridad, amabilidad, suavidad, son cuidadosos de no ofender, divinamente afables en todas las cosas!

¿Es eso obtenible por los hombres? ¿Acaso podemos amar a Dios aquí en este mundo con todo nuestro corazón, alma, fuerza y mente? ¿Acaso es nuestro privilegio y deber tener el Espíritu de Cristo? Amados, que nuestros corazones estén puestos en el amor perfecto, y que no demos a Dios reposo hasta que sintamos nuestros corazones llenarse de amor y nuestros pensamientos y vidas llenarse del amor a Dios y al hombre.

¿Cuándo llegará la Iglesia a ese estándar? Que la Iglesia sea llena de amor, y será tan bella como la luna, clara como el sol, y terrible con toda maldad.

 

 

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